domingo, 26 de agosto de 2007

De cuando las Elipses se reafirmaron en los cielos (III)



Si bien no estoy seguro de que mis gustos concuerden con el ritmo general de este tiempo (efímero en cuanto a la organización del pensamiento, camastrón y proclive al fiar de quienes "gobiernan" - en política todos somos cornudos pacientes- , banal y ñoño hasta saciar, consentidor y desculturalizado, resorte de pulsiones inmediatas, tabularrasente y sin noción de que, como los frutos y los arboles, el ser y madurar requiere tiempo...), si lo estoy, empero, de mi arrebatada incapacidad para enmerdarme en lo que debo. ¿A santo de qué, sino, iba a dejar un montón de papelones que me serán necesarios para hablar de Keplero?.

Digamos que para un carácter como el mío es inevitable. Qué igual me da. Qué al que no le guste le eche le eche azúcar; se asocie al Piercing Fans International Quartely; se inmole en fanáticas llamas; relate en no menos de diez mil palabras como el Japón ha migrado, desde un feudalismo tardío, hasta las mas avanzadas formas de organización industrial; tome jabón por el culo; cante y cantorizze sobre los grados de infinitud de los conjuntos infinitos; escriba redondillas o, por poner, traduzca y anote estas líneas que recuerdo: «Sed ubi, omnibus rebus exploratis. Petrejus tuba signum dat, cohortes paullatum incedere jubet; idem facit hostium exercitus. Postquam eo ventun est, unde a ferentaris praelium committi posset, maximo clamore, infestis signus concurrunt (de este venir a las manos con voces y encarnizamiento no estoy seguro, acaso marre): pila omittunt, gladiis res geritur. Veterani, pristinae virtutis memores, comius acriter instare, illi haud timidi resistunt; maxima vi certatur. Interea Catilina cum expeditis in prima acie versari; laborantibus succurrere; integros pro saucis sauciis accersere, omnia providere; multum ipse pugnare; saepe hostem ferire; strenui milites et boni imperatoris officia simul exequabatur (¿exsequebatur?)»

Mierda, otra vez el ego me ha perdido...

¡Keplero. Qué chaparrón me viene encima!

Trago saliva, tomo aire y corro como braco tras las calzas de la liebre malparida. Malparida en cuanto a aspecto, oigan, porque mira tu que no era feo este Keplero. Un aborto en la madurez redivivo. O no tanto, que, a veces, se me van los dedos en pijoterias literarias. Trato sin embargo con un retrato suyo que tengo a tres cuartas de la nariz y en base al cual le pretendo describir:

Tiene Keplero una cara enjuta que tras la barba se adivina alargada, flor de carrillos hundidos enmarcada por una alta gorguera tan característica como poco agraciada, que cae impoluta sobre unos hombros caídos y estrechos. La nariz la tiene un pelin larga y nada puntiaguda; la boca, apenas esbozada, proyecta unos bigotes largos y reciamente afianzados. La larga barba, bien recortada, apunta a blanco bajo los labios; las orejas llegan a intuirse algo grandes y separadas de la cabeza. Los ojos los tiene redondos y muy remarcadas las cejas. El semblante es a la vez sereno y advertido, de persona metódica y reflexiva. Porta en las manos regla y compás, instrumentos indisolubles de la figura del astrónomo....

Puta pario, saltémonos el paréntesis de esta comedia y hablemos en serio:

Hasta entonces, como he apuntado en capilladas anteriores, para los filósofos y astrónomos era evidente que los planetas se movían en órbitas circulares; idea que no varió tampoco cuando Copérnico desplazó a la Tierra de su posición central y, como a los demás planetas, la hizo girar alrededor del Sol. Fue pues, gracias a la precisión y habilidad observadora de Tycho y a la sagacidad matemática de Keplero que pudo establecerse el verdadero principio al que se subordinan todos los objetos que orbitan en el cielo.

El paso hacia adelante que la «Astronomía Nova» representó para la Astronomía moderna es, por lo menos, tan trascendental como el dado por Copérnico. Pensemos que lo teorizado por este era de momento pura Geometría. Sin embargo, con Keplero surgen preguntas nunca pronunciadas y empiezan a vislumbrarse cosas nuevas: ¿A santo de qué un planeta ha de moverse más veloz en las proximidades del Sol? ¿Existe alguna fuerza originada en el Sol que actúe sobre los planetas que le orbitan?... Asuntos que representaron, digámoslo claramente y con sencillez, un viaje sin retorno entre lo especulativo y cerrado y lo empírico, dinámico y abierto.

Decir además que de aquella andaba también en danza otro apasionado admirador de la teoría de Copérnico: se trataba nada menos que de Galileo Galilei (1564-1642), el primero de los físicos según el concepto que en la actualidad se tiene del oficio. Este, que había oído de la invención de un aparatejo que conseguía hacer como próximos a objetos lejanos, se construyó el mismo uno (telescopio, le llamo) y descubrió con el tubillo de marras -poco después- las cuatro lunas más brillantes de Júpiter [1], las manchas solares, los cráteres de la Luna, las fases de Venus y la conformación de la Vía Láctea por innumerables estrellas. Estas novedades, de las que por supuesto Keplero tuvo nuevas, movieronle a publicar en 1610 «Dissertatio cum Nuncio Sidero», y un año después, cuando hubo construido su propio telescopio [2], la afamada «Narratio de Observatis Quatuor Jovis Satellitibus», donde consignó sus propias observaciones sobre los satélites galileanos.

Todo esto entreverado de pesadumbre y amargura, pues al fallecimiento de su hijo Friedrich en 1611 siguió, casi sin solución de continuidad, el de su esposa, con la que había tenido tres hijos: Susana, el citado Friedrich y Ludwing. En 1612, tras el fallecimiento también de Rodolfo II, Keplero deja Gratz para ocupar un cargo de matemático en la ciudad de Linz, puesto en el que se sostuvo hasta 1626. En esta ciudad austríaca sita en la banda derecha del Danubio, nuestro paciente Keplero contrae segundas nupcias con una tal Reuttinger, enseña, estudia y calcula y calcula...

A raíz de su bendito empecinamiento en explicar de un modo general los movimientos planetarios en su conjunto, Kepler pudo en su «Harmonices mundi» presentar su tercera ley del movimiento de los planetas. Esto fue en 1619. Para ello, tras un poco de filosofía sobre la belleza armónica del sonido, mucho cálculo, baños de geometría y los conceptos enumerados en sus leyes anteriores como punto de partida, Kepler estableció la proporción respectiva de la velocidad angular de un planeta en la proximidad y lejanía del Sol -no digo afelio y perihelio, como debería, por no joder-, observada desde este, y comprobó que estos coeficientes concordaban armónicamente. Luego, mediante un cuasi secreto procedimiento de cálculo (K. desarrolló un sistema de calculo infinitesimal para su propio uso), logró reducirlos a los intervalos de las escalas musicales mayor y menor. Pitagórico y hermoso a la vez. Un hacha este Don Keplero. Veamos ahora esta tercera ley:

3ª.- El cuadrado del periodo[3] de cualquier planeta es proporcional al cubo de la distancia media del planeta al Sol.

Esta tercera ley establece que si T1, T2, ..., son los períodos y r1, r2, ..., los respectivos semiejes mayores, se cumple:

T1^2 / (2r1)^3 = T2^2 / (2r2)^3 = k

o lo que es lo mismo:

T1^2 / r1^3 = T2^2 / r2^3 = ... = constan.

Como veis hemos relacionado el período de un planeta con su distancia media al Sol, que es igual al semieje mayor de su órbita elíptica. En forma algebraica (T = período de revolución; r = distancia media planeta - sol) la cosa quedaría de la siguiente manera:

T^2 = Cr^3 donde la constante C tiene el mismo valor para todos los planetas.

Pasa el tiempo y de nuevo recaen sobre Keplero penas propias de la jodida época que le tocó vivir. En el año 1620 la inquisición incoa contra su madre un proceso por brujería; dejando por los caminos tiempo, salud y dineros, corre el hijo al terruño para salvarla; logra su liberación pero eso no es sino un breve respiro. Tras unos años intermitentemente benignos la Guerra de los Treinta Años había comenzado a causar víctimas y estragos. Kepler y familia se mueven con cautela de uno a otro lugar. Lejos de permanecer ocioso durante este tiempo de mudanza compone, basándose en las observaciones de Tycho, las «Tabulae Rudolphinae», que extremadamente precisas reducen los errores medios de la posición real de un planeta de 5º a 10'. Corto de bolsa y por recomendación del emperador Federico II, allá por 1628 se presentó Kepler a Wallenstein (un militarote bastante tacañete que había sido capitán en las campañas de Hungría a las órdenes de Rodolfo II y a la sazón general), para cobrar unos duretes que se le adeudaban desde sus tiempos de Praga. Viaje en balde y pretensión vana. Mala jugada del destino, mejor dicho, porque mientras papeleaba y papeleaba intentando hacer valer sus derechos ante el Parlamento, en Regensburg (Ratisbona), falleció de rabia rabiña + pena penosa + desaliento + exceso de fatiga. Esto fue el 15 de noviembre de 1630.

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NOTAS:

•1.- Recordar que Júpiter es el mayor de los planetas, y que está rodeado por la más numerosa family de de satélites: trece para ser exactos, divididos en dos grupos; el denominado galileano, compuesto por las cuatro lunas mayores, y el de los otros nueve de dimensiones más mermadas. De estos últimos solo uno, "Amaltea", es interior a los cuatro observados por Galileo, que en orden de distancia al planeta son Io, Europa, Ganimedes y Calixto.

• 2.- Debo hacer notar que Kepler también puso su granito de arena en el campo de la óptica. En 1611 afirmó que para pequeños ángulos de incidencia el ángulo correspondiente era proporcional al de refracción, principio con cuya aplicación se pudo dar una idea general de la teoría del telescopio.

• 3.- Periodo de revolución: tiempo T que tarda un planeta en describir una órbita.

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CORRESPONDENCIAS:

<> "GALILEO GALILEI" -> Moti dei corpi celesti.

<> Instituto de Física Rosario -> La música de los planetas.

<> Jet Propulsión Laboratory -> Solar System Simulator.

<> UNIVERSIDAD DE PIURA (Facultad De Ingeniería) -> LA IGLESIA Y LA ASTRONOMÍA, AÑOS 1200 A 1800.


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domingo, 19 de agosto de 2007

De cuando las Elipses se reafirmaron en los cielos (II).

«Quien adscriba el movimiento de los mares al movimiento de la Tierra asume un movimiento forzado; pero quien deja que las mareas sigan a la Luna, hace del movimiento, en cierto modo, un movimiento natural» (Johannes Kepler, indicando la posibilidad de que la atracción de Luna fuese la causa de las mareas)

Estamos en el último cuarto del siglo XVI; en Astronomía la autoridad de Ptolomeo era casi inatacable, aunque gracias a la constante observación de los astros estaba a un paso de recibir una patada en el culo. Para el que todo lo meaba la tierra era el mismísimo centro del universo, y alrededor de ella giraban sucesivamente la Luna, Mercurio, Venus, el Sol, Marte, Júpiter, Saturno y las estrellas fijas. Esta descabalada disposición hacía necesario que estos cuerpos se movieran en complicados círculos cuyos centros se movían, a su vez, en otros círculos igual de complejos (epiciclos). Entonces llegó el huidizo Copérnico, quien expuso que los fenómenos observados podían explicarse en un plis-plas en el caso de admitirse que el Sol fuera el centro del Universo y que la tierra y sus planetas colegas se movieran a su alrededor; no obstante, no pudo presentar prueba concluyente alguna de estas afirmaciones, y sus explicaciones caían, además, en el error de suponer a los cuerpos celestes moviéndose uniformemente en círculos. Hasta que Keplero y Galileo tiraron de la manta, la inmensa mayoría de los astrónomos no abandonaron la teoría de Don Claudio Ptolomeo.

Juanito Keplero cabeza de huevo, que tiene estatua en Weil, su suabo pueblo, nació el 27 de diciembre de 1571, en el seno de una familia que, como el perro del afilador, comía chispas por comer algo caliente. Desde los tres a los cinco o seis años, nuestro Juanito se sabe fue a vivir con sus abuelos; a sus padres, campesinos de estomago gruñón y que comeremos mañana, se les debía de hacer difícil atender a un chicuelo frágil como monda de cacahuete. Porque nuestro buen Keplero nació enfermizo y flojo de remos, incapaz, por decir verdad, de batir un huevo con alegría, dar vuelta a una esquina, apedrear a las gallinas o mear, a mediodía, mas allá de su sombra.

Con tales antecedentes a nadie extrañe que tras el cónclave familiar mas rápido de la historia, se decidiera largar a Juanito a la escuela del Convento de Adelsberg, en aquella época -digo yo- especie de lazareto al que catapultaban sin miramientos a los flojuchos, pobres, transiglesuelos y demás fauna bípeda de dudosa supervivencia. Una suerte en definitiva, porque de tanto en tanto de aquellos apartaderos salieron al mundo algunas de las mentes mas inquisitivas y preclaras. Esto, que ocurrió en 1584, cuando el chicuelo contaba con trece años, se mantuvo hasta 1589, fecha en la que nuestro buen Keplero, acaso atormentado por un puñado de cuestiones teológicas a las que sus maestros no sabían dar respuesta, ingresó en el archiconocidisimo seminario protestante de Tübingen (Tubinga en los mapas castellanizados, a una patada de Estrasburgo, ese sitio de la Francia inundado de gorrones oficializados; industriosa capital de Baden-Württemberg, Alemania).

Keplero, a quien los libros parecía restablecían la salud, da en aquel seminario con un maestro a la altura de sus expectativas e ingenio. Michael Mästlin se llamaba el tío: especialista, diríamos hoy, en las "nuevas matemáticas" (en otra ocasión, si me da la ventolera y lo recuerdo, os hablaré de las innovaciones de la materia durante aquellos siglos) y en astronomía. Por sus disertaciones supo Keplero de las rompedoras teorías de Copérnico, aun cuando el taimado Mästlin, loco por no adentrarse en ningún carajal que le apartara de su regalado puesto (o como yo sospecho, con más miedo a las mazmorras de la autoridad y al gato de siete colas que gusto por la verdad) hiciera todo lo posible para dejar en la penumbra de un si es no a la heliocéntrica propuesta.

Keplero, sin embargo, sintiose inmediatamente seducido por la nueva coyuntura en la que se situaba al "universo", y en sus ratos libres hizo un preciso balance sobre los pros y contras de la conjetura coperniciana. De aquella, estoy seguro, el jodido seminarista ignoraba cuan trascendental iba a ser la astronomía para su inmediato futuro. Entre pitos y flautas corren los meses y se le llena la cara y se deja barba, hasta que en 1594 se le llama para ocupar un puesto de profesor de Matemáticas y Moral en el Seminario de Graz (Austria), de aquella mucho menos cerril y dogmático que el de Tübingen. Alli, en Gratz, dio a imprimir su primer tratado astronómico: «Misterium Cosmographicum» [1], que apareció en Tübingen en 1596.

A raíz de esta su primer obra, Kepler pasó a ocupar el punto de mira de Tycho y Galileo, y en 1600, al ser perseguidos los protestantes de Gratz (La idea fue de Fernando de Estiria -acérrimo católico educado por los jesuitas- quien ordenó que se cerraran los templos y escuelas protestantes de la ciudad, que se expulsara a los pastores encargados del culto y que se desterrara y confiscaran los bienes de los piernas que no se convirtieran con una amplia sonrisa en el rostro) llamole Tycho como ayudante suyo a Praga. Esta colaboración, aunque trascendental, resultó menos provechosa de lo debido, pues quiso el destino que Tycho-Brahe estirara la pata en 1601. Además, maese Tycho era un cascarrabias del copón que, al parecer, ninguneaba al sosegado Keplero.

Luego de esto don Keplero, que para la ocasión ocupaba el puesto de "matemático imperial", se dio a la labor de revisar el material que Tycho había recopilado; comenzó, como no podía ser de otro modo, con las observaciones que el viejo gruñón había realizado sobre Marte desde su observatorio de Dinamarca, dándose a continuación al cálculo de la trayectoria de este planeta, cuyos resultados pudo hacer públicos tras no pocos esfuerzos en su «Astronomía Nova» [2], 1609.

Y es aquí, en «Astronomía Nova», obra dedicada al emperador Rodolfo II, donde tenemos el privilegio de dar con las dos primeras de sus tres leyes universales:

1ª.- Los planetas describen elipses en uno de cuyos focos está el Sol.
2ª.- Los planetas recorren áreas iguales en tiempos iguales
[3]


Continuará.


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NOTAS:


1.- Libro que siguiendo las ideas platónicas, asocia a las trayectorias de los planetas en torno al Sol a los cuerpos regulares de la geometría. Es decir, en el espacio tridimensional (léase órbitas entre planetas) únicamente se pueden inscribir cinco cuerpos regulares cuyas caras sean polígonos regulares entre si: entre la órbita de Saturno y Júpiter, el hexaedro; entre las de Júpiter y Marte, la pirámide y, en el interior del sistema planetario, el dodecaedro, el icosaedro y la doble pirámide. Al mismo tiempo y en el primer capítulo de la obra se decide definitivamente por la teoría de Copérnico.

2.- Antes había publicado “Astronomía pars Optica” en 1604, “De Stella Nova” en 1606.

3.- Dicho de modo menos cicatero: Las áreas barridas por los radios vectores (Segmentos rectilíneos que unen el cetro del Sol y el del planeta que sea) son proporcionales a los tiempos tardados en barrerlas. Enunciado que nos permite colegir que la velocidad de los planetas aumenta a medida que se acercan al sol, no siendo su movimiento, pues, uniforme, sino periódico. Por mejor decir, tal solo puede cumplirse si la velocidad propia del planeta al ocupar una posición aleatoria en su órbita, se repite al pasar por ella en las sucesivas revoluciones. Mas claro, coño: El movimiento de un planeta es el de un móvil que recorre repetidamente una trayectoria, pasando a intervalos de tiempo iguales T por la misma posición, con idéntica velocidad en valor y sentido..


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sábado, 18 de agosto de 2007

De cuando las Elipses se reafirmaron en los cielos (I).

En principio la línea argumental de esta capillada pretendía ser antípoda de la que, mas abajo y si tenéis la amabilidad de seguir leyendo, veréis que refiero. Achacar la mudanza a la trinidad de costillas que con chulesco desapego pero considerable mala uva llevo fracturadas. ¡Malditos sean tales puntos geodésicos de dolor que no permiten ni una risa, ni un estornudo, ni un venturoso eructo!

Y nadie tome lo dicho como debilidad lisonjera; no lo es. Es sencillamente la reseña de un hecho incontestable. En verdad, este posante jamas se ha quejado de ningún alifafe; los lamentos difuminan la realidad y crean en el entorno desasosiego y cierta obscena pestilencia que mueve a la melancolía. Y la melancolía, mal que pese a los poetas desatinados y meones, no postula vida, sino que con su poso de indiferencia perpetua, genera una distracción mostrenca e insana que falsea la naturaleza real de las cosas. En ocasiones, señores, es preciso apostatar de los bellos enunciados. En fin, paciencia y a seguir bogando.

Hoy venia a contar una historia que fue cierta, aunque lamentablemente no empezara con el vigor narrativo de aquel romance que dice:


-Cuéntame una historia, abuela.
- Siglos ha que con gran saña,
por esa negra montaña
asomó un emperador.
Era francés y el vestido
formaba un hermoso juego:
capa de color de fuego
y plumas de azul color.

Hoy venia a largar sobre esos "especímenes de silicio gelificado" conocidos como geeks, de su cacharreia mayormente inútil, prescindible; hoy venia a hablar de su enigmática fijación por el Japón, a lo que parece significativo centro esotérico de peregrinación al que acudir, mansuetos y acriticos ellos, para que tenga lugar y sin equívocos esa gloriosa epifania que les identifique, de por vida, con su propia y neurótica fijación por los gaddgets de toda condición y pelaje. Pero los dichos tales, quelonidos para los que la innovación es partogenesis que no requiere de esfuerzo, sino de una sólida tarjeta de crédito y de una tienda en la que exhibirla con el correspondiente orgasmo, parece van a quedarse -proclamo dolorido ahora- con la cabal indiferencia con la que os les envuelvo y vendo: Sin critica alguna, sin tizona que les asiente los lomos y reduzca a cenizas los símbolos de su bobería. Tiempo habrá... Con lo dicho bien podréis comprender que considero al gremio o especie socialmente prescindible. La verdad: me exprimen las vísceras quienes hacen exhibición de naderías por el simple y radical hecho de poseer dinero.


Por cierto, rondando obligado y sin gusto entre ellos, se me mostró una monstruosa maquineta capaz de ¿predecir? - permítaseme el disparate- lo que duraría el olor del pedo de un enano en la Luna. Pero cada maquina vale lo que el operador que la maneja, no mas, y aun estoy esperando de cualquiera de aquellas animas siliciodigitalizadas hasta el disparate la respuesta de aquel problema de bachilleres que dice:


«Un can listo como el hambre aprendió a contar según un sistema de numeración en base 3. Traducía el animal cero por U, uno por G y dos por A. ¿A qué numero se refería cuando hacia GUAUGUAU?.»


Digo lo de siempre. Cierto que toda generalización acarrea injusticias, pero al mismo tiempo deja un poso de verdad que no debe rechazarse.... Vaaale, acabo; no gastare ni un gramo de pólvora mas en prolegómenos para la mayoría -y con razón- infumables. Decir sin embargo, por manifiesta necesidad, que la ruptura inapelable con la intención primera de esta capillada, tuvo origen en cierto prurito chulesco que me mantuvo, bailando sobre la punta de los pies, desde el punto y hora en el que tuve conocimiento de la opinión que estas avecillas (en el fondo no son mas que aburridos smurfs que fían la vida al ingenio de los demás) sobre las que vengo soltando leve y condescendiente plomo guardan sobre Japón. O sea que la almendra de lo que no fue consistía en un puro rebatir. En un decir nones a la visión de Japón que explicitan: superficial, pueril, de tramoya, coincidente con lo que los enanos amarillos quieren que veamos.


Argumentos para lo que nunca fue: Estuve mas tiempo y pase por allí casi antes de que ellos nacieran.- No puedo subir al desván y emperrarme en buscar los cientos de folios de mis impresiones.- Mil mas...


Me cansa escribir de pie. Dejo Palacio y me voy a "Libertonia"


Como continuación os hablare del señor Keplero... Acaso mañana... Seguro, oigan.



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martes, 7 de agosto de 2007

De Don Gámez y el mentir de las "estrellas"

Señores Censores, una chanzoneta popular viene a decir:

El mentir de las estrellas
Es muy seguro mentir,
Porque nadie ha de subir
A preguntárselo a ellas...



Y es que el motivo de esta posada no es otro que el de afear la conducta de quienes mintiendo con toda frivolidad, siéntense ofendidos cuando, quien sea, les restriega la razón por el rostro. ¡Y de que modo se ofenden, qué atrocidad, que golpe para su "honor" resulta ser la verdad!...

En suma, manifestar mi más firme apoyo a Luis Alfonso Gámez. Respaldar con todo vigor la totalidad de lo que hasta la fecha, y referido a la obra de Juan José Benítez, ha escrito o declarado.

Si, he tenido ocasión de comprobar que en cada línea por la que el inclito autor (I O I O I O) descuelga la pluma deja, invariablemente y sin aviso de invención, una barbaridad, una melonada, una contradicción, un despropósito, un embuste...

Dramatizo y sigo:


- ¡Me río yo de Julio Verne!.
- Y eso?... Don Gaiferos.
- Planetanoseque; ese "indómito" ricino suyo que ponen en la tele.
- Es verdad. El de los cabezones líticos que vuelan.
- Y el de una corseteria, dicha "La Parisien", administrada por un americano en la Luna.
- ¡Ah! ¡vaya modo de desbarrar!
- En efecto, señora Otilia. Piense usted que los charlatanes diligentes y aplicados a cualquier cosa que tocan, por nimia y pedestre que sea, por la magia de la credulidad y mediante no poco interés, gustan de convertirla en puro disparate. En carnaza para crédulos. En amonedado.
- Claro, y luego dicen que se le calumnia porque de lo que aseveran, si se lo pidieran, no pueden demostrar nada.
- Eso, señora mía. Pero de algún modo hay que defender los caudales y la buena vida. Tal es el honor que se gastan los de semejante cofradía.
- Fíjese, amigo Gaiferos, no había caído yo en que se pudiera levantar un falso testimonio de la verdad por dinero.
- Eso y mas, amiga mía...

Ya lo se, me falta chispa y resulto espeso. Natural, oigan, que escribo torcido como letra arábiga por causa de tres costillas fracturadas. Y yo no miento como los fantasiosos sujetos de los que vengo hablando...

Ah, si, la Justicia. Por lo que sea (¿qué será-seria?) desde chico me enseñaron que mejor es que te juzguen justos que no jueces. Lo creo y en ello sigo; lo cual no quiere decir que no respete las leyes, sobre todas aquellas que debiendo estarlo no están escritas: Falta, por ejemplo, una contra la ignorancia, la cual facultaría a los poderes públicos para mandar a parvularios y asimilados a los remamahuevos que, aun mediando buena voluntad e inopia mental y abandono, dan en creer en las conspicuas mentecateces de los impostores de los que vengo hablando.

Señores Censores, hay otros versillos que dicen:

He visto un burro volar,
Y una torre andar a gatas,
Y, en el medio de la mar,
Un lobo asando patatas
Para a la noche cenar.



Y les juro a ustedes que hay mas verdad en ellos que, por poner, en los objetos de critica de los enlaces que recomiendo y siguen:

<- Los vendedores de misterios, en la revista ‘Rolling Stone’

<- Del plagio de Troya al montaje lunar

<- La marca terrícola del anillo marciano de Benítez

<- El ‘Planeta encantado’ de Benítez vuelve a TVE

<- Silencio encantado

<- El momento estelar de ‘Planeta encantado’cuando Benítez sentó a Jesús en el Coliseo

<- “Los enigmas no deben ser desvelados”, concluye Benítez en ‘Planeta encantado’

<- Un estudio de animación vasco creó la base lunar de ‘Planeta encantado’ por encargo de Benítez

<- Un inexistente espía de la CIA reveló a Benítez el hallazgo de una base extraterrestre en la Luna

<- Benítez confunde Prehistoria con Historia y niega la escritura al Egipto de los faraones

<- A ‘Planeta encantado’ se le funden los plomos

<- Seres del espacio “dieron el primer aliento civilizador” a los bereberes



<- ‘IOI’: un anillo para engañarlos a todos y llenar de extraterrestres la Prehistoria



<- Los escépticos españoles se movilizan contra el ‘Planeta encantado’ de Benítez

<- Juan José Benítez, en busca del Arca perdida

<- La sábana santa: cuando tres laboratorios desmontan el invento de los vendedores de misterios

<- Colón fue el último en llegar a América

<- Jesús de Nazaret estuvo sentado en la grada del Coliseo romano antes de que se construyera



<- Las estatuas de la isla de Pascua se trasladaron hasta sus altares volando



<- El legado de los Picapiedra

<- Juan José Benítez desentierra piedras grabadas en Ica treinta años después

<- Benítez, el 11-S y los pseudoescépticos argentinos



Y ahora, puesto que he propuesto se azote en plaza publica a los farsantes a lo benítez, a cobrar de los Servicios Secretos del Condado de Treviño, a dar reposo a mis maltrechas costillas, a enlabiar blasfemias cuando la tosfumata me sobrevenga, a matar el tiempo como buenamente pueda y a reírme de mi mismo. Con dos cojones...

Don Gaiferos (el "don" es imprescindible)


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lunes, 6 de agosto de 2007

De Aquelarres, Fruslerías y Mental Estiaje.

Esto es un hablar por no mantener la boca cerrada; un bla-bla-bla intrascendente que probablemente limite con lo prescindible. Esto es un torear de salón, una patada contra el aguijón de la lógica; esto es, dicho con indulgencia, apatía de estío, pura artificialidad, una fachada retórica sin contenido ni otra intención que no sea la de mantener a N-7, sin la acuciante necesidad de devanarme los sesos, con continuidad y vidilla. ¿O es que los esforzados de la gleba no tenemos derecho a vivir durante unos días como concejales, dentistas o liberados sindicales?.


Así que lo que sigue es una danzarina sinsorgada de la que culpo al escaso caudal de ideas que corren por mi mente. ¡Por supuesto que por el mismo precio y con similar esfuerzo hubiera podido posar otra cosa de mas sustancia!. Pero para qué, si mi moderada esquizofrenia veraniega me ha tornado sinuoso y vago. Además, hasta un pelo[1] da sombra y grano a grano se hace granero. ¿Pensamiento simbólico o cachondeo?...

¡Si, y los cubos de dos números consecutivos difieren en el triple del cuadrado del menor, más el triple del menor, más la unidad[2]; no te jode!. "Disculpas fuera de tono las suyas", D. Gaiferos.


En fin, ya hasta el cuello en el agua enfangada, no queda otro remedio que tornar a aquel libro que semanas atrás excarcele para tontear con las artes adivinatorias, y que hoy, merced a los servicios prestados, corre con libertad sin fianza por los lugares mas inverosímiles de la casa. Venga, sin mas dilación roamos hasta el tuétano...

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EL BONITO JUEGO DEL AQUELLARRE.
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La voz aquelarre se deriva del vascuence y significa «prado del cabrón». lugar que se denominaba así porque en él el demonio, instalado en una especie de bufete, presidía la «espantable orgía».

Hubo la creencia general de que esta ceremonia se celebraba los sábados, pero parece haberse demostrado que éstos eran días excepcionales. Las brujas, montadas en sus escobas, se dirigían al lugar de la cita diabólica. Sin embargo, esto no está tampoco muy claro. En las declaraciones de algunas brujas contra las que intervino el »inquisidor Alonso de Salazar, después de haber visitado las montañas de Navarra, consta que tales brujas lo que solían hacer era «dormirse en el punto de salir». Nadie las sentía cuando se escapaban ni se las echaba de menos porque «quedaba siempre en su lugar una persona supuesta».

En estas orgías -cuando menos en su forma más elemental- las brujas bailaban ante el Gran Cabrón que las presidía y a los sones de un pandero de «mal son». El cielo se ennegrecía y las más impenetrables sombras as rodeaban; espantosos murciélagos revoleaban sobre la escena. Para esta danza las brujas se disponían en circulo en torno al Gran Cabrón que se hallaba de pie sobre su plataforma de piedra, empuñando una vela de pez en cada mano y sosteniendo otra entre sus cinco cuernos. A la lívida luz de estas luminarias, alternativamente, brujas y demonios o íncubos, dándose las manos, comenzaban a danzar vertiginosamente en torno a la plataforma hasta que la danza se desbordaba en un verdadero frenesí y en una franca orgía. Entonces el Gran Cabrón descendía de su altar y se mezclaba en las danzas tomando parte en la horrible confusión. Este era el momento en que tenían efecto toda clase de aberraciones.

Según declaraciones de brujas, recogidas en sus procesos inquisitoriales, unas veces el demonio las golpeaba con los cuernos, otros con los rabos o con las pezuñas, y allí donde él trazaba una señal el lugar tocado se hacía insensible.

Una de las brujas que figuró en la relación del inquisidor Alonso de Salazar, cuenta que de su trato con el demonio, a la hora de parir, paría sapos.

El sapo, como hijo de bruja, tiene una gran importancia en multitud de relatos y relaciones inquisitoriales de la Edad Media y aun más acá. En la segunda década del siglo XVII, una vieja que vivía en Pasajes, y a quien llamaban Marichuloca, fue arrojada del pueblo por los propios niños a quienes ella quería llevar al aquelarre y que la corrieron a pedradas. Una de las criaturas a quien logró engañar regalándole nueces -que, al parecer, es regalo de brujas-, contó que la vieja lo recogía en la cama y lo llevaba al «lugar de costumbre», donde lo tenía guardando sapos hasta el amanecer, porque, como dice el duque de Rivas:

Diz que cuando el gallo canta
desaparecen de improviso
los Aquelarres de brujas,
los fantasmas y vestiglos.



Estos mismos sapos, hijos de bruja, son los que, según dicen todavía en Asturias, caen del aire cuando llueve con violencia. Porque, además, las brujas vienen a ser una especie de causantes de la lluvia, o nuberas, como se las llama en esa región.

Había también otra clase de aquelarres, entre los cuales los más importantes son el llamado imaginario y el que tiene por objeto las prácticas de magia negra. Para el primero, valíanse las brujas, según se supone, de la especie de ungüento antes aludido[3], a cuyo cocimiento se mezclaba un poco de hollín de la chimenea, savia de cáñamo verde, estramonio y otros ingredientes, en los que también tenía su representación la adormidera. A estos aquelarres hay que referir los relatos de machos cabríos encerrados en jarras o redomas y que salen de ellas y a ellas vuelven una vez han efectuado determinadas ceremonias; los polvos diabólicos recogidos «detrás» del cabrón, los festines en los que se comen abortos hervidos sin sal, junto con galápagos y serpientes, las danzas de monstruos y las orgías en las que los íncubos se entregaban a los más nefandos desenfrenos.

Pero tanto este tipo de aquelarre como el que tenía por objeto la práctica de la magia negra, mucho más complicado y macabro que el anterior -intervenían en él candelas de grasa humana, sangre de la víctima, clavos arrancados del féretro de un ajusticiado, cabeza de gato negro cebado durante cinco días con sangre humana, murciélago ahogado en sangre y cráneo de parricida-, no tenían nada que ver con los más elementales que celebraban las brujas y hechiceras españolas, «más ingenuas» quizá. Pocas posibilidades les ofrecía un país esencialmente católico como el nuestro, a pesar de que Francia y Centroeuropa se entregaban a lo que se ha dado en llamar «alta magia», simbolizada por Baphomet y las lunas blanca y negra de Chesed y Geburah.

Muy pocos han conseguido ver un aquelarre y no por ello pueden considerarse seres privilegiados. El P. Agustín del Río dice que un inquisidor llamado Bartolomé de Homate actuó en tierras de Italia contra las brujas, pero deseando saber cómo procedían se dirigió, acompañado de su notario, al lugar donde se juntaban. Ambos personajes tuvieron entonces ocasión de contemplar al demonio en forma de macho cabrío sentado entre las brujas, como si fuera un gran señor. Pero apenas las jorguinas se dieron cuenta de la presencia de los dos hombres, asieron sus escobas, se precipitaron sobre ellos y los molieron a escobazos. «No aconsejaré, pues, a nadie, que emprenda estas experiencias», termina.

En algunos lugares de Barcelona las brujas se reúnen a las once en punto de cada sábado, y dura la reunión hasta la primera campanada de las doce, pues si la última sorprende a la bruja sin haber efectuado su misión y sin hallarse en su casa, permanecerá en el mismo lugar en que se hallaba hasta el día siguiente por la noche. En Valencia ocurre también lo mismo, pero para poder salvarse cuando se han demorado, han de permanecer agarradas a la estaca del alfarje o a la tranca del establo. Las brujas del Ampurdán parecen haber sido las inventoras de la costumbre moderna de celebrar los aquelarres en casa de alguna de ellas, pero hasta el último instante no se sabe nunca en casa de quién va a celebrarse. Lo deciden en el aire, en pleno vuelo, y la distinguida con tal honor ha de invitar a las demás a una gran cena en la que no figurará jamás carne de cerdo curada o pan. Como quiera que las brujas ampurdanesas tienen un alto sentido de la hospitalidad, antes de echarse a volar dejan ya la mesa puesta para el caso de que las elijan.

Cuando son casadas toman, naturalmente, grandes precauciones para que sus maridos no las descubran. Algunas colocan en la cama un tronco de árbol, o un saco lleno de trapos o al diablo en persona.

Juan Amades nos habla de una de esas reuniones o aquelarres, muy semejantes a los ya descritos, pero que en el Rosellón tienen pequeñas variantes. Por ejemplo, el diablo puede presidir en forma de perro o mono, vigilando el contenido de una gran caldera en la que las clásicas hierbas de la botánica negra[4] hierven con serpientes, víboras, lagartos, salamandras, escorpiones, sesos de pardillo, de gato, cabezas de rana, mezclado todo con sangre de palomo y de murciélago. Este es -dice- un brebaje para hacer encantamientos y al mismo tiempo ungüento para volar y practicar la licantropía. «Para evitar que los no iniciados puedan presentarse a estos aquelarres, desencadenan vientos en todas direcciones y así hacen imposible el acceso al lugar donde se celebran. Antes de disolverse la reunión comercian con el diablo para reafirmar el pacto establecido y le besan bajo la cola en señal de acatamiento.»

Con una rigurosa documentación, Agustín G. de Amezúa, en su magnifica edición crítica de El coloquio de los perros, ha reconstituido uno de estos aquelarres celebrados en la Mancha. Elige como escenario «una cocina obscura y misteriosa, alumbrada por la tenue luz de un mísero candil, o por el reflejo rojizo de las ascuas». Por toda ella, en los rincones, estantes y alacenas se ven todos los utensilios y armas de la brujería. «Estampas de Santa Marta, San Erasmo o San Cristóbal, pegadas a las paredes, clavos hincados tras la puerta, bolsillas de paño, rojo por una vuelta y azul por otra, conteniendo sogas de ahorcados, ochavos de verdugos, barajas de 41 naipes, polvos quemados de piedra alumbre, piedra imán, cabos de cera blanca, hilillos de ombligo de niños, habas de mar y caracolillos, figuras de cera y atravesadas en ellas alfileres y agujas, sesos de asno, hienda de lagartos y otras mil porquerías, sin que falte su sapo entre dos velas, o su bien cuidada maceta de valeriana, regada con vino, muy propia para hechizos».

«En la cocina se encuentran dos, tres mujeres a lo sumo; salvo alguna moza curiosa y principianta, como se verá luego, todas son viejas, altas y huesudas, o arrugadas y contrahechas, de mala catadura, ojos de arpía, pelo revuelto, canoso y desgreñado, que les cae sobre el sucio y miserable corpiño».

Dos de estas mujeres son ya duchas en el oficio, pero la tercera es joven y novata que va a ser iniciada esa noche. «Juana la Izquierda, maestra de todas, comienza la ceremonia invocando al demonio dentro del necesario cerco. Para hacerlo desnúdase en carnes, suelta su cabello, ralo y canoso, de modo que le cubra las espaldas, ase de una escoba de palma, perfumada previamente con alcrebite, adorna su pelo con una toca y barre, ante todo, el espacio del suelo destinado a contener el cerco».

Con carbón o con sus mismos cabellos dibuja en el suelo un círculo y coloca en su contorno sal, carbón y azufre, y desgreñada y desnuda, como ya hemos dicho, entra en él armada de la escoba y con una candela encendida. Una vez dentro barre la sombra que de su cuerpo proyecta la candela, mientras salmodia en voz baja:

Ven, ven, marido,
cara de cabra,
que más vale lo mío
que tu barba.



Repite la invocación por tres veces, mientras las dos ayudantas cooperan, fuera del círculo, a la invocación, exclamando con voces lastimeras:

Ven, Belcebú, ven,
Ven, Satanás.



Si el demonio no acude a este llamamiento, entonces una de las tres brujas se abraza a la cadena que sostiene el perol en la chimenea y desde allí hace una nueva invocación.

Inmediatamente se oyen extrañas palabras y grandes alaridos mezclados con tremendos ruidos y confusión, pero entre toda esta batahola se oye claramente una voz que dice: «¡Guárte, guárte!». Y aparece el demonio.

Este hace acto de presencia según la forma tradicional; es decir, como macho cabrío, aunque puede, como ya hemos visto, adquirir otras formas diferentes, incluso las de conejo, lobo o mula parda, «si es que, presumido y vanidoso, no entra vestido de negro, con negra barba y negra gorra también».

Es éste el momento de la presentación de la neófita, el demonio la abraza y entonces todas bailan alegremente hasta que el diablo desaparece.

Recógense a la lumbre las jorguinas, desnudándose todas con presteza hasta de la camisa misma y, tomando la olla de barro, úntase las coyunturas de los pies y de las manos, diciendo al mismo tiempo la oración a Satanás u otras fórmulas y palabras misteriosas:

Lucifer,
hijo de príncipe, sobrino de Corer,
pan y quesito - te daré a comer.
Lo que te pidiere - dámelo a entender
por hombre que pase o agua que vacíe,
o perro que ladre;
que te doy palabra, si me lo otorgas,
de no santiguarme en la cama ni en la iglesia,
ni delante del santo que encontrare



Dicho esto aparece de nuevo el diablo y las brujas se sienten alzadas sobre el suelo cosa de un palmo, e inmediatamente emprenden el vuelo diciendo sin descanso:

Vamos viga por viga,
en la ira de Santa María..



Llega después el aquelarre propiamente dicho. Las brujas, tañendo diversos instrumentos, bailan en torno al macho cabrío. De pronto una de ellas comienza a cantar:

¡Qué buena es la ruda!

y responde el coro:

No vale nada.

Luego repite otra:

¡Qué buena es la verbena!

y el coro contesta:

No vale nada.

Y una tercera dice:

¡Qué buena es la hierbabuena!

Pero el coro insiste:

No vale nada

Hasta que, por último, hay una que exclama:

¡Qué bueno es el orégano!

Y todas dicen:

El orégano es bueno.

A cada uno de estos cantos el macho cabrío bala y las brujas lo besan donde ya se ha dicho. Luego, contentísimas porque el orégano es bueno, se ponen todas a bailar cantando:

Huevos cocidos
para nuestros maridos;
huevos asados,
para nuestros enamorados;
el carnero
para mí lo quiero.



Y entonces da comienzo la orgía mientras el carnero se va por las patas abajo.

Desdichado de aquel que, cuando el coro de brujas se dirige al aquelarre alborotando por las calles, asome la nariz por la puerta, porque entonces las brujas lo untan con sus untos y como éstos tienen propiedades aéreas, se lo llevan en volandas. Al regreso, antes de que cante el gallo o apunte el alba, suelen, para divertirse, sacar a algún pobre hombre de su cama y dejarlo en la calle en camisón.

Ya de vuelta en la cocina, desaparece otra vez el diablo, y las brujas, apresuradamente, empiezan a vestirse, repitiendo otra vez a toda prisa:

Vamos viga por viga
en la ira de Santa María.



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NOTAS:

 1.- Pelo que me viene al pelo para dejar caer una anécdota que me contó un tipo -bastante mas excéntrico que yo- en una librería de Leeds. Decir que mi interlocutor era uno de esos chiflados que babean ante un juego de ingenio bien planteado, y que la anécdota esta relacionada con el pusilánime e inefable reverendo Dogson, por otro nombre Lewis Carroll.

De todos es sabido que Carroll realizo numerosos dibujos y fotografías de las hermanas Liddell (Lorina Charlotte, Alice Pleasance y Edith, por orden descendente de edad), donde Alicia, la víctima de nuestro interés, invariablemente aparecía con media melena azabache al estilo paje. Así era y así continuo siendo cuando de su persona nació la Alicia del país de las maravillas.

No obstante, la representación iconográfica de la niña poco tuvo que ver con la idea del autor, lo que llevo a este, apocado y mansueto por demás, a calzar un severo e inédito cabreo. Y es que dicen pareció poseído por las furias, cuando el ilustrador John Tenniel le envió los bocetos para su aprobación. No era para menos aquel iracundo arrebato, digo yo, pues Alicia, Su Querida Alicia, se había transformado en una rubita de melena bien plantada.

Luego de que se le hubo pasado el sofión y pudo enfrentarse al papel sin rociarle de indignada salivilla, Dogson envío una carta al ilustrador incluyendo en ella un puñado de bocetos de su mano. Tenniel, contemporizador, accedió a devolver a Alicia su negra y recortada melena. Mas no pudo ser, los editores consideraron que la mudanza era una pejiguera que, además, iba a salir cara, puesto que las primeras planchas habían entrado ya en la imprenta.



 2.- No, no se trata de uno de esos trabalenguas al uso. Digo verdad.

Sea n un número cualquiera; el siguiente será n + 1

El cubo de n es n^3

El cubo de n + 1 es (uso cuenta de la vieja) n^3 + 3 x n^2 x 1 + 3 x n x 1^2 + 1^3 = n^3 + 3n^2 + 3n + 1

Restando de este último resultado el primero, se obtiene:

n^3 + 3n^2 + 3n + 1 - n^3 = 3n^2 + 3n + 1





 3.- La referencia es, naturalmente, a capítulos anteriores. Leídos estos con impaciencia y premura he dado con un par de descripciones dignas de ser referenciadas, aunque la que sigue es, a mi juicio, la que mas se ajusta a la intención de esta nota:

«Ni brujas ni especialistas están de acuerdo con respecto a los ungüentos más eficaces para salir por las chimeneas. No parece que se haya inventado hasta ahora el ungüento tipo, aunque, bien es verdad, todos parecen estar de acuerdo en la excelente propiedad de determinados componentes base de tales preparados. Se supone que el más antiguo de los ungüentos conocidos se preparaba según una fórmula salvaje heredada de las lamias, strygas y empusas de Tesalia, que costaba siempre la vida a un niño, con cuya grasa, beleño, belladona y jugo de adormidera, confeccionaban una especie de afrodisíaco»



 4.- Lo juro, me he dado un notable calentón espigando entre librotes que pudieran contener algo sabroso con lo que aderezar esta nota. Puta mierda, a lo que se ve no debo de ser yo muy amigo de la botánica oscura o criptobotanica o botánica mágica o gilibotanica por mejor decir. Resultado: Como casi siempre que me enfango en temas semejantes, la solución ha pasado por la consulta - no diré que exhaustiva porque mentiría- de un par de buenos diccionarios sobre mitología. Sigue, sin enlaces ni hostias, lo mas interesante que he encontrado:

SALVIA (Salvia officinalis).- ROMERO.- PERICON (Hypericum perforatum).- ADORMIDERA.- ARTEMISA (Artemisis vulgaris).- ROBLE o CARBALLO.- CENTAURA (Centarium umbellatum).- DIGITAL (Digitalis purpúrea).- OMBLIGO DE VENUS (Umbilicus pendulinus).- RUDA (Ruta graveolens).- VERBENA (verbena officinalis).- TORVISCO (Daphne gnidium).- MARRUBIO (Marribium vulgare).- ESCORODONIA (Teucrium scorodonia).- PULSATILA (Anémone pulsatila).- HIERBA DE SANTIAGO (Senecio jacobaea).- CINAMOMO.- CONSUELDA (Symphytum officinale).- ARNICA (Arnica montana).- CARDO SANTO (Cnicus benedictus).- SAUCO (Sambucus nigra).- CICUTA (Conium maculatum).- MENTA.- OREGANO.- MALVA REAL (Althaca rosae).- VINCAPERVINCA (Vinca minor).- MALVAVISCO (Althaea officinalis).- ORTIGAS (Urtica dioica).- HIERBA MORA (Solanum nigrum).- AIPO (Smyrnium olusatrum).- CARQUEXIA (Genistella tridentada).- CELIDONIA (Chelidionium majus).- LLANTEN MENOR (Plantago lanceolata).- HINOJO ...

¡Que cojones, no sigo, me canse!

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La siesta en opinión de uno de los matasanos del "Emperador" (II).

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Pues bien, llego la hora de cumplir con la palabra empeñada y garabatear (ante un vaso de vino - noble de cuna, fresco, sin sodomía - y con no poca desgana) aquella opinión que el abulense Lobera sustento sobre la siesta carpetovetónica, que otra no hubo ni había; porque el sestear, corto o de corrido, como el mal gobernar por gusto y repetitiva manía, nunca ha ido mas allá de este “aquí” que podemos y debemos llamar España: terruño de afrentas conservadas en formol y periódicamente sacadas a hombros, con encarnizamiento y desdén ante los sentimientos ajenos, por embrutecidos cofrades que tienen por afrentoso hasta el notable arte de cagar en cuclillas...

¡Maldita sea, otra vez con la cabeza en las nubes!, cuando lo único que pretendía decir es que hasta nuestros ancestros trogloditas, aquejados de horror vacui, se dieron a exornar el techo de sus lugares de reposo líticos tumbados a la bartola, después de una siesta mágico-figurativa y una buena rascada de cojones. O puede que no fuere así, pero hay tantas verdades que entre ellas prefiero la mas bella.

Consta este REGIMIENTO DE LA SALUD, obra del Dr Luis Avila de Lobera, a quien con gusto publicito, de -a mi juicio- tres partes netamente diferenciables en cuanto a la excusa que trae a mano el autor para darle a la imprenta, siendo no obstante irrefutable y unísona la intención didáctica del conjunto. Es la parte que mas aprecio aquella en la que al modo epistolar da respuesta a cuestiones que le fueron planteadas por no pocos notables de su época[1]. Pero mejor que entrometerme yo en su desglose, dejar que el volumen mismo que tengo entre manos de luz al asunto.


COMIENZA LA OBRA

Aquí comienza el presente libro, llamado REGIMIENTO DE SALUD, y trata de la esterilidad de los hombres y mujeres, y de las enfermedades de los niños, y del parto natural y no natural, y regimiento de preñadas, y escogimiento de la leche. Cartas en respuesta de preguntas. Y un regimiento para el Ilustrísimo y Revenderísimo Señor Don Fernando Niño, Patriarca de las Indias, Obispo de Sigüenza, Presidente del Consejo real de Su Majestad, etc., y otras muchas cosas utilisimas. Nuevamente compuesto por el famosísimo y doctísimo Doctor Luis Avila de Lobera, protomédico de Su Majestad, etc., dirigido al Ilmo. Sr. Don Fernando Niño, Patriarca de las Indias, etc.

Regimiento de sanidad sacado de lo más secreto de la medicina por el Doctor Avila de Lobera, médico de Su Majestad, para el Ilmo. y Reverendísimo señor D. Fernando Niño, Patriarca de las Indias, Presidente del Consejo real de Su Majestad,etc.

Sabiendo, Ilmo. Señor, que vuestra señoría deseaba tener algunas reglas y regimiento breve para conservar su salud en tan continuos trabajos que por servicio de Su Majestad pasa, y por el provecho de nuestra República, quise hacer este servicio a vuestra Ilustrísima señoría, el provecho de cuya salud y buena gobernación depende la salud y buena gobernación y provecho de muchos, y saquéle de los más excelentes doctores de nuestra Facultad las notables y más averiguadas proposiciones que escriben para poderse la salud humana conservar, y porque he sabido que se queja vuestra Señoría Ilma. de la pesadumbre de su persona, por ser vuestra Señoría flemático sanguíneo, escribiré lo que conviene a vuestra Señoría Ilustrísima y a todos los que se quisieren aprovechar de estos regimientos y reglas de medicina en la manera siguiente:

El primero es un regimiento de salud breve. El segundo es un regimiento cómo se haya de regir cuando no tenga médico y estuviera enfermo, o si les hubiere pero no fieles.

El tercero será particular que hable de sus enfermedades y accidentes que suelen venir a vuestra Señoría ilustrísima.

El cuarto de la sanidad breve para todo género de hombres provechosos.

Este primer tratado no es más que enseñar un camino fácil y provechoso para guardar la salud conforme a la perfección de medicina y de grandes médicos.


Carta muy provechosa en respuesta de
cierta pregunta que hizo el muy magnífico
caballero y de muy claro ingenio y letras el
señor doctor Burgos de Paz, abogado en la
chancillería de su Majestad; la pregunta
es ésta:


PREGUNTO si después de comer es bueno dormir o no.

Respondo que parece que sí, porque después de recibido el manjar se requiere perfecta digestión, y ésta se hace con la revocación del calor natural, desde fuera hacia las partes de dentro, y esto hace el sueño, luego el sueño es inmediatamente bueno después del manjar. Otra razón: cuando hombre no duerme, claro es que vela, pues según dice Avicena, el sueño es como un sosiego, y el velar es como un movimiento, pues después del manjar se requiere antes reposo que movimiento, porque éste daña. Luego el dormir después de comer es mejor, especialmente que el movimiento trae el calor de lo interior a lo exterior; pero la contraria opinión es más verdadera, porque vemos por experiencia que si luego dormimos, después nos suceden grandes desasosiegos y dolor de cabeza y gravedad en los ojos, y aun se ha visto a algunos ahogarse o morir de súbito o venirles otras enfermedades, porque el manjar queda crudo. Otra razón es porque lo hondo del estómago es lugar de la digestión, que es caliente, porque de la parte derecha tiene al hígado, y de la izquierda al corazón, pues antes de dormir hemos de procurar que venga al hondo del estómago, y esto no se hace sin algún movimiento liviano y suave, lo cual quita el dormir; luego no es bueno dormir después de comer. Y esto se entiende, ora sea de día, ora sea de noche, y si durmiere después de comer, causa catarro y dolor de cabeza y pereza en todo el cuerpo, y otros daños que arriba dijimos. Y el dormir después ha de ser a las personas que lo tienen en costumbre, y ha de ser poco y en lugar templado y oscuro, y ha de ser media hora después de haber comido; se ha de aflojar la cinta, y quitados los zapatos, y cubiertos los pies, y la cabeza alta, y dormir poco, y así no será dañoso, y si fuese en una silla sentado, será mejor.*

*Me niego a anotar estas líneas porque a más de caer fuera de los lindes de mi cabal entendimiento, vendría a ser (mi nota), como aquel cirio de beata cuatro codos mas largo que su devoción. Decir si acaso, para aquellos que no estén acostumbrados a cometer faltas de ortografía por mimetismo con lecturas originales de los clásicos que, "manjar", palabra que se repite ocasionalmente, viene a significar, no exquisitez alguna, sino comestible cualquiera, tal como su raíz latina - manducare = comer- indica.


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NOTAS:

[1].- 37 para ser exactos. Por acortar, que mi tiempo disponible lo requiere, dejo aqui media docena de ellas, resumidas y tomadas al tuntún.
Asi el Sr. D. Juan de Guevara pregunta: Que carne se ha de comer primero, la cocida o la asada?
El Sr. Licenciado Villagómez: Cual vino es de más calor, lo blanco o lo tinto, lo nuevo o lo añejo?
El Sr. Licenciado Cristóbal Muñoz de Salazar: Por qué si bosteza uno, por la mayor parte los que lo ven bostezan, y si uno orina, otro quiere hacer lo mesmo?
El Sr. D. Arguallo: Por qué tenemos cosquillas más en las plantas de los pies y debajo de los hombros que en otras partes del cuerpo, y por qué cuando nos hacen cosquillas nos reimos, y por qué nadie se puede hacer cosquillas a sí mismo?
El Sr. D. Antonio de Luna: Si es bueno el viejo casarse, aunque haya sido casado otras veces?
El Sr. D. Francisco de Eraso: Por qué el uso de los baños es en nuestro tiempo de tan poca estimación y tan raro, habiendo sido tan frecuentado y encarecido de los muy graves y antiguos?



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CORRESPONDENCIAS:

Ortopedica Konfort de Venezuela -> historia de la traumatología.

Persona -> MEDICINA Y ANTISEMITISMO (JURÍDICO, SOCIAL Y RELIGIOSO) EN EL MUNDO HISPÁNICO (SIGLOS XVI AL XVIII) (¿Raíces de un peculiar trato al médico y a la Medicina?) Apuntes para un desarrollo ulterior.

ESCUELA DE MEDICINA PONTIFICIA UNIVERSIDADS CATÓLICA DE CHILE -> SEPTIMA CLASE MEDICINA DEL RENACIMIENTO.

Departamento de Salud Pública, Historia de la Ciencia y Ginecología -> Historia de la Anatomía.

Biblioteca Universia -> La medicina, sus textos y sus lenguas en la España de Cervantes.

Sociedad de Estudios Latinos (SELat) -> El humanismo médico del siglo XVI en la Universidad de Salamanca.

Sin Dioses -> Una mirada histórica a la medicina mágica, científica y homeopática.

Parnaseo -> La mujer venenosa en la época medieval.


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La siesta en opinión de uno de los matasanos del "Emperador" (I).

Es la estación; pide el cuerpo tinto de verano y siesta, una compensación por los servicios prestados; aguita clara y espacio tal que garbanzo en olla de dómine[1]. Lo cual que entanto cante la chicharra y no mengüe la calor (esa calor que en mi temperamento hiperboreo altera el significado y el valor del tiempo), ¡por Clavileño, santo patron de los caballitos de feria!, que no he de posar asuntos de enjundia ni de cansina trama. Dicho queda. Prolegomenos fuera.


Es el "Emperador", por antonomasia, don Carlos V (1500-1559); el del careto grave, duro y de pocos amigos; el de la mandibula inferior como gargola catedralicia, saliente de manera notable y a proposito para el gangueo; el del labio inferior como pila para lavar platos: rasgo caracteristico de la raza tudesca de los Habsburgos... Es el su "matasanos", uno entre los tantos[2] que a su real servicio mantuvo, el Dr. Luis Lobera de Avila. De de este Lobera de los Lobera abulenses de toda la vida, hablare por pluma del Dr. Baltasar Hernandez Briz, prologuista y anatodar y apologista de su figura y obra[3]. Baltasaricemos:


INTRODUCCION

El famoso médico del Emperador Carlos V, Dr. Luis Lobera de Avila, o Avila de Lobera, pues de uno y otro modo se nombra en las potadas de sus obras, era natural de Avila, y según dice el editor de las Enfermedades cortesanas, el Dr. Francisco Raya, descendía dicho médico de un distinguido y esclarecido linaje y era bastante rico. Desconocemos dónde hizo sus primeros estudios, pero sabemos que pasó a Francia, en donde apprendió la Anatomía en la escuela de un tal Bertucio, como él asimismo refiere en el folio 1º de su libro de Anatomía, llamándole Magister meus Bertucius [4], del cual dice la enseñaba y demostraba a sus discípulos teórica y prácticamente con el cadáver delante.

A su vuelta a España se fijó en la villa de Ariza, donde empezó a ejercer la profesión. Un año residió allí, y según él mismo confiesa, recibió muchos favores de D. Juan y D. Rodrigo Palafox, señores entonces de aquella villa. Tampoco sabemos cuándo empezó a servir en los ejércitos del Emperador Carlos V, pero lo cierto es que pasó su juventud fuera de España, acompañando siempre al Monarca en sus viajes y expediciones, tanto por mar como por tierra, y gozando siempre de su más alta estimación y confianza, como también entre todos los áulicos y cortesanos que le rodeaban, por el gran juicio, madurez y experiencia con que entendía sus enfermedades y se las curaba, como él mismo refiere en numerosos pasajes de sus obras.

En el libro que tituló Regimiento de la Mar, como también en el Banquete de Nobles Caballeros y en otros, nos refiere sus peregrinaciones: estuvo, pues, en Alemania, alta y baja; en Flandes, en Inglaterra, en Holanda, en Sajonia, hasta el Alois; Viena, Hungria, Bohemia, Corinthia, etc., etc.; recorrió por el Mediterráneo la Francia, la Lombardia, Villafranca de Niza, Paona, Milán, Génova, Venecia, Napoles, Roma y Sicilia, y de la parte de Africa, la Goleta y Túnez.

Por los años de 1520 acompañaba al Rey, pues refiere que hallándose en La Coruña con ánimo de embarcarse con S.M., que iba a tomar la primera corona, desempeñando el destino de proto-médico, prendió a un curandero de lobanillos, a quien soltó después por las felices curas que le informaron había hecho, y cuya receta puso en su Libro de Experiencias de Medicina.

Después que estuvo con el Rey de Inglaterra fué a Sicilia, y allí se embarcó en la galera[5] de D. Diego Acevedo, desde donde se trasladó a la de D. Guevara para asistir al padre Fray Gil, que se hallaba enfermo, y desembarcó en Palamós. Luego volvió a embarcarse cuando lo hizo el Emperador, para ver al Papa y Rey de Francia en la galera del Cardenal de Santiago, de la que salió para ir con el Conde de Benavente a visitar a D. Pedro Pimentel, su hermano, que estaba muy en peligro, y entonces presenció la batalla naval que sostuvieron contra los franceses, creyendo que eran turcos. Curado que fué, el Sr. Pimentel regresó a la nave del Cardenal, hasta que desembarcó en Villafranca, en donde le mandó el Emperador curase al ilustrísimo señor Almirante de Nápoles, que estaba en grave riesgo, y en efecto, fué con él hasta Saona, donde curó; allí le recogieron las galeras del Almirante, y se dirigió a Barcelona. Pasó a Túnez con el ejército, en donde desembarcó el día 21 de julio de 1535; presenció el horroroso saqueo de aquella ciudad, y es regular no dejase de recoger algún despojo de aquella magnifica librería del Rey Muley Hacén, que allí desbarataron nuestros soldados imperiales, mucho más bárbaros en esto que el mismo Barbarroja, contra quien iban a pelear, según dice Hernández Morejón.

Por último, regresó de Túnez, viniendo en la galera del Duque de Alba, porque D. García de Toledo, primo del Duque y capitán de las galeras de Nápoles, se hallaba enfermo.

La mayor parte de las obras del Dr. Avila de Lobera fueron traducidas al alemán y francés, y en ellas se aprecian atisbos geniales de haberse adelantado varios siglos a su época.

Las principales obras que escribió fueron Vergel de Sanidad, que por otro nombre se llama Banquete de Caballeros y orden de vivir así en tiempo de sanidad como de enfermedad. Es un notable tratado de dietética de sanos y enfermos, digno de estudiarse por todos.

Libro de pestilencia, curativo y preservativo y de fiebres pestilenciales, con la cura de todos los accidentes de ellas y de otras fiebres, y habla de flebotomía, ventosas, sanguijuelas y de las diez y nueve enfermedades súbitas, etc.

Remedio de cuerpos humanos y silva de experiencias y otras cosas utilísimas.

Libro de Anatomía; declaración en una breve de la orgánica y maravillosa composición del microcosmo, o menor mundo, que es el hombre, ordenada por artificio maravilloso en forma de sueño o ficción.

Antidotario muy singular de todas las medicinas usuales y la manera como se han de hacer según arte.

Libro de Experiencias de Medicina, y muy aprobado por sus efectos, así en nuestra España como fuera de ella.

Las Enfermedades Cortesanas, que son catarro, gota artérica, sciática, mal de piedra y riñones e ijada o mal de bubas; la última parte de esta obra, sobre el mal francés o bubas es, sin duda, de gran mérito.

Los médicos antiguos basaban sus estudios en la observación y la experiencia, recogida a la cabecera del enfermo; era un empirismo racional, al cual debe la Medicina sus más grandiosos descubrimientos, sus verdade más positivas: recuerdese el descubrimiento de la vacuna Jenneriana contra la terrible viruela; el descubrimiento de la virtud específica de la quina y sus sales contra las diversas formas del paludismo, esa preciosa corteza del árbol de las cinchonas, que tantos beneficios reporta a la Humanidad durante cerca de cuatrocientos años; sabemos que es el especifico contra esta dolencia, y recientemente, cuando descubrió Laveran el hematozoario, se comprobó experimentalmente cómo dosis infinitesimales de quinina mataban a dicho parásito; el descubrimiento del mercurio contra la sifilis, que es el especifico contra esta terrible dolencia, y hace pocos años, cuando se descubrió el parasito de esta enfermedad, se comprobó que muere en contacto con este medicamento, etc., etc., y otros muchos descubrimientos debidos al empirismo racional. El laboratorio ha descubierto el tratamiento de la difteria y de la rabia y pocos más; es decir, que siempre la Medicina, como ciencia natural, descubrirá verdades que se deben a la observación rigurosa de los hechos, y como nuestros antiguos médicos no tenian otra fuente de estudio que ésta, muchas de sus observaciones serán siempre utilisimas de conocer. Imbuídos por la terapéutica galénica, muchos de los productos que empleaban causarán extrañeza, por su extravagancia; pero al lado de estas rarezas, propias de las ideas dominantes en aquella época, hay mucho utilizable, y algunos productos olvidados volverán a salir y serán de gran aplicación. Por todas estas razones, el estudio y meditación de nuestros clásicos merecerá de las personas de buen gusto, de exquisito paladar, un detenido estudio y análisis.

Muchas cosas modernas son de origen muy antiguo, y vestidas con otro ropaje, se presentan ahora como novedades recién descubiertas, y muchas cosas que vienen del Extranjero fueron descubiertas y estudiadas perfectamente por nuestros clásicos hace centenares de años, y merecen, por tanto, que se vulgaricen estas obras, para que se vea adónde habían llegado nuestros antepasados en el estudio de los asuntos más fundamentales de la Medicina.

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NOTAS:

[1].- «Sentóse el licenciado Cabra y echó la bendición. Comieron una comida eterna, sin principio ni fin. Trajeron caldo en una escudillas de madera, tan claro, que en comer una dellas peligrara Narciso más que en la fuente. Los macilentos dedos se echaban a nado tras un garbanzo huérfano y solo que estaba en el suelo. Decía Cabra a cada sorbo: Cierto que no hay tal cosa como la olla, digan lo que dijeren, todo lo demás es vicio y gula.»
Francisco de Quevedo, descripción de la pauperrima olla del Dómine Cabra en la Vida del Buscón (libro I , capítulo IV).





[2].- En la obra que acometo se preocupa el autor de catalogar a los "Ilustres y Doctisímos Médicos de su tiempo". Son estos:

• Dr. Cavallos, protomédico de su majestad.
• Dr. Andrés Vesalio, médico de su majestad.
• Dr. del Aguila, médico de la cámara del esclarecido príncipe nuestro señor.
• Dr. Moreno, médico de cámara del esclarecido principe nuestro señor.
• Dr. Abarca, médico de su majestad y de la camara de la esclarecida reina bohemia.
• Dr. Francisco de Almansa, médico de su majestad.
• Dr. Montaña, médico de su majestad.
• Dr. Irure, médico de su majestad.
• Dr. Pedro López, médico de su majestad.
• Dr. Ledesma, médico de la Santa Inquisición, teniente de protomédico.
• Dr. Rodríguez, catedrático de p. en Valladolid.
• Dr. Peñaranda, catedrático de Filosofia en Valladolid.
• Dr. Céspedes, catedrático en Valladolid.
• Dr. León, catedrático en Alcalá.
• Dr. Vega, catedrático en Alcalá.
• Dr. Reynoso, catedrático en Coimbra.
• Dr. Alderetes, catedrático en Salamanca.
• Dr. del Hierro, médico en Sevilla.
• Dr. Cabra, médico en Sevilla.
• Dr. Tupulina, médico en Córdoba.
• Dr. Aguilar, médico en Toledo.
• Dr. Fabricio, médico en Segovia.
• Dr. Vega, médico en Avila.



[3].- Sobre mi mesa de trabajo:

LIBRO DEL RÉGIMEN DE LA SALUD,
Y DE LA ESTERILIDAD DE LOS HOMBRES Y
MUJERES, Y DE LAS ENFERMEDADES DE LOS
NIÑOS, Y OTRAS COSAS UTILÍSIMAS



Del

DR. AVILA DE LOBERA

Con

Una Introducción y Numerosas Notas

del

DR. BALTASAR HERNANDEZ BRIZ

Corresponde el volumen al Tomo V de la BIBLIOTECA CLÁSICA de la MEDICINA ESPAÑOLA.- Madrid.- MCMXXIII.



[4].- Acaso presa de la ignorancia, no acierto a dar con un Bertucio, Bertuccio o Bertucius que se ajuste a mis espectativas. Medicos de tal nombre los hay en cantidad regular, pero para mi que todos gravitan en una orbita espaciotemporal que no acaba de concordar con las cuentas que me hago. Hernandez Briz apunta -sin demasiada convición- a un Bertucio médico famoso en Leipzik, que floreció por los años 1452, y escribió de Medicina, de quien Fabricio habla en su Biblioteca Médica, tomo I, página 245, edición de Putavia, 1754.



[5].- Nave de guerra de aproximadamente 400 toneladas, con vela y remo, y quilla larga en relación a su escasa manga. Naves complamentarias y de raiz semejante son:
Galeaza: nave de guerra, de algo más tonelaje y muchos remeros, que pretende coordinar la velocidad de la galera con la potencia del galeón.
Galeón: barco grande de vela, utilizado para grandes cargas en tiempos de paz y para cooperar con las galeras en época de guerra. Podía tener hasta 800 toneladas.
Galeota: galera menor, con sólo 16 a 20 remos a cada banda.
Aclarar, no obstante, que los historiadores posteriores a Lepanto emplean el termino "galera" para todo barco de guerra que formara en un contingente naval destinado a operaciones belicas, sea galera en su efectivo termino, o sea bergantín, galeaza, nave, leño, fragata, bucentauro o fusta.



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CONTINUARA



CORRESPONDENCIAS:

SUR.es -> Cordero lechal con pasas.

fundación INDEX -> HISTORIA DE LAS MATRONAS.

Fundacion CRUZCAMPO -> Las cervezas de los Reyes.

Colineta -> A ORDE DOS ALIMENTOS.

Centro Virtual Cervantes -> Didactismo y arte literario en el diálogo humanístico del siglo xvi.

EL MITNAL MEDICO -> TEXTOS MEDICOS - IV.

Millersville University -> La Medicina Española Renacentista.

COLEGIO OFICIAL DE MÉDICOS DE SANTA CRUZ DE TENERIFE -> EVOLUCIÓN DE LOS SABERES PEDIÁTRICOS EN ESPAÑA DESDE EL TRATADO DE GERÓNIMO SORIANO.

Histgüeb -> Las Nodrizas.



Don Gaiferos (el "don" es imprescindible)


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¡Cojones... con titulo tan rimbombante!

Uno es muy de andar; un andarín nato. Con independencia del humor climático con el que levante el día, todo asunto que me coja a menos de dos horas de marcha moderada lo resuelvo a golpe de calcetín, las nalgas prietas, la cabeza alerta como en berrea y las rodillas a pistón. Esto lo cuento ¿como introducción? pero sin pensarlo demasiado. De otro modo confesaría que me desconcierta y jode imaginar que a nivel encefálico las vías motrices de mi cabeza de chorlito están cruzadas, que cada costado de mi lindeza recibe influjos nerviosos que proceden del hemisferio cerebral opuesto. Un puto lío motriz, señores, en el que no me permitiré entrar.



Para deambular a mi manera es preciso contar con voluntad, tiempo y tobillos ligeros. Patear cualquier ciudad no deja de ser un ejercicio tan satisfactorio para el cuerpo como divertido. “Ciudad andada, ciudad ganada”, dice una conseja que parece repugnar y pocos llevan a la practica. Allá cada cual; los absentistas de la suela se lo pierden, quiero decir. Además de sano y poético (si, poético, pasa algo...), el caminar es un acto que mueve a la reflexión introspectiva, y, que yo sepa, conocerse a uno mismo es menos malo que una patada de muleto en los cojones. Lo siento, hoy no me he lavado la boca y el termino no acaba de írseme de la punta de la lengua.

Perdón, se me ha ido el oremus. Retomo el tema.

Si, andar. Andar es educativo. Gastando calcetines he dado con asuntos de lo mas surrealista imaginable. Y eso al menda le divierte lo suficiente como para dar a toda caminata por bien pagada. Trasantesdeayer, sin animo de empelotarme en días y zurribandas mas lejanas, di con un local así como vergonzante, de tapado, discreto pero sin armonía; la puerta era como ojo de aguja; la cristalera con la que hacia juego reducida, oscura como crica de mandinga, manta de secretos. Un cartelillo sin mérito caligráfico ni ortográfico invitaba a penetrar en la espelunca y cagarse patas abajo merced a la suprema sabiduría de un charlista llegado de donde las agujas de marear cantan misa y signan colas de sirena. Respiren, jodido párrafo...

Luego de entrar y ver la especie estabulizada, un mantra que enlabiaba mi abuela (mayormente con ocasión de las tronadas que tanto la atribulaban) me vino como coz a las mientes: «Tente tu, tente malo, que dios puede mas que el diablo». En fin, cosas mías que no necesitan de pregón. Y uno con mi asiento oí de todo, señores. Y nada bueno. No tengo huevos para contarlo. Me limitare a transcribir, cual las tome, las notas que fui pergeñando sobre una bolsa de papel basto en la que portaba unas compras: «El publico vacaburrea. Para una futura posada ("¿De solicitantes y beatas sumisas?" // ¿Meterles acaso un cigarrillo encendido en la oreja por ver si tienen el encefalograma plano? // Este seria intimo de Pinel, aquel jodido amigo de los locos // ¿De donde les viene a estos gilipollas la fe en las alucinaciones de este enano desquiciado? // Cagüendios, no se me ocurre a mi eso ni aun bebiendo hasta secar las espitas // Abren la boca, están embotados: El cabrón les esta sodomizando. A la negrita de las trencitas otro tanto le daba yo, y a la que esta junto a ... // ¿Ha dicho con velos como "Natalie"? Para mi que pretendía decir "Athalie", la obra esa de Racine // Vaya mierda que les enseña, eso igual puede ser un fantasma que un belen que la hipotenusa de la chepa del jorobeta de ND. que el culo de un Hare Krishma que su p.m. a cuatro patas en una pocilga // Joder, joder, se lo tragan. Adelante con el tocomocho. Este cabrón va a dejar a la carnerada con los bolsillos del revés, les esta envolviendo en sus artimañas y los muy gilipollas lo celebran y abrazan sus locuras // Vaya, ahora resulta que ha demostrado experimentalmente la existencia de fantasmas y aparecidos // Nada, no ha dicho como. Igual da, si les dice que con un colador una pizca de pegamento y un condón vaginal estos bobalicones vocacionales van y se lo tragan // Mira como se esponja el jodido peliculero... esta a pique de desbordar por las costuras y reventar // Lo que faltaba, ahora va el tío y utiliza a Einstein y a De Broglie como hoja de parra de su ignorancia»

Menein de cabezas, suspiros de disgusto, miradas torvas y recriminatorias cuando a mach II dejé aquel nosocomio de orates. Elemental, inevitable, puesto que esta muy feo desatender y ciscarse en la palabra del Mesías llegado a la ciudad. ¿Me habré ganado por descortés el infierno?

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Luisito De Broglie tenía la frente despejada, la nariz ligeramente aporrada, bigotin como de broma y, desde su nacimiento, un titulo nobiliario rimbombante de cojones: Príncipe del Sacro Imperio Romano Germánico..., que agonía pronunciarlo. Con el tiempo y tras la muerte de su hermano Mauricio se convertiría en Duque de Broglie, lo cual es posible que no le reportara demasiados beneficios, pero molaba un huevo.

Después de licenciarse en Historia, disciplina que no debió de llevarle demasiado tiempo, porque las gestas históricas francesas con carácter universal -como a menudo repite un amigo mío, escocés él - son como el curriculum de "zapatucos", susceptibles ambas y al unísono de ser reflejadas con brocha gorda en el reverso de un sello de correos, Louis paso a estudiar física y a trabajar con su hermano (Maurice) en el laboratorio que este mantenía, y donde es fama que realizaban estudios sobre los rayos x y los fenómenos relacionados con la espectroscopia. Cuando hay posibles cada cual trastea con lo que le viene en gana.

Fruto de esta colaboración fue: “Introduction á la physique des rayons X”, publicado en 1928. Previamente, en 1924, nuestro príncipe de tan luengo nombre había dado a conocer su famosa tesis doctoral “Investigaciones sobre la teoría de los cuantos”, en la que postula: «Una onda puede ser una partícula y una partícula puede ser una onda»

Y aquí tasco el freno para quedarme con este enunciado que vino a solucionar alguno de los problemas de la vieja teoría cuántica.

Extraño concepto: ¿una partícula es una onda y una onda es una partícula?. Vamos a ver: ¿Cabe en lo posible que las partículas se difracten? ¿Pueden salvar obstáculos contorneándoles, tal como lo hacen las ondas sonoras? ¿Presentan fenómenos de interferencia? ¿Como y donde ejercer fuerza sobre una onda? ¿Es una chaladura lo que este Broglie postula? Recapacitemos. Si el efecto fotoeléctrico implica que una onda electromagnética puede actuar como una partícula, será posible, entonces, que a la viceversa una partícula pueda actuar como una onda, y, si tal es posible ¿cual sería la longitud de onda de la partícula? Demasiados interrogantes, lo se.

Basado en la analogía de los fotones, es decir, usando la energía y estableciendo la relación entre la "masa" del fotón y la masa de su partícula equivalente, Louis de Broglie tomó carrerilla para desarrollar su idea. La energía de una onda electromagnética o fotón es E = hf julios, y la energía de una partícula con masa m es E = mc^2 julios. Tal que:

Energía de la partícula = energía de la onda electromagnética. E = mc^2 = hf (1)

Pero habida cuenta de que entre la longitud de onda, la frecuencia y la velocidad existe la relación:

Longitud de onda X frecuencia = velocidad ---> lf = c, podemos escribir:

f = c / l, y sustituyendo en (1) obtendremos:

mc^2 = hc / l , o bien:



l = h / mc , donde:

h = constante de Planck.
m = "masa" de la partícula-oem (onda electromagnética)
c = velocidad de la partícula-oem.
l = longitud de onda de la oem.

De modo que si tenemos una partícula de masa m cuya velocidad es v en lugar de c, la longitud de onda equivalente será:

l = h / mv , expresión que concreta la hipótesis de Broglie.

La simple ventaja inmediata de esta idea fue aclarar algunos sentidos de las órbitas ad hoc de Bohr. Las longitudes de onda de los electrones eran tales que la circunferencia de las órbitas permitidas correspondían a un numero entero de longitudes de onda. Si, por ejemplo, la circunferencia para la órbita n=1 tenía una longitud de 10 unidades y se calculaba la longitud de onda para un electrón en esta órbita usando la fórmula l = h/mv, entonces la longitud de onda sería 10, o 5, o 2, o 1 unidad en longitud. La longitud de onda no sería 8, 3 o 6 unidades de longitud, porque 10 no es divisible exactamente por ninguno de estos números. Aquellas longitudes de onda se encontrarían apropiadas y tenderían a reforzarse mutuamente (interferencia constructiva), mientras que estas últimas longitudes de onda no serían apropiadas y tenderían a destruirse mutuamente (interferencia destructiva)...
Un poco de matemáticas demostrará que, en cierto sentido, l es escogido de tal modo que la longitud de la circunferencia de las órbitas permitidas ha de ser un múltiplo entero de la longitud de onda. Las órbitas permitidas de Bohr están determinadas por r tal que:
mvr = n. (h/2Pi) o bien
2Pir = n (h/mv)
Pero
l = h/mv, luego:
2Pi = nl
Así,
circunferencia de las órbitas permitidas de Bohr = número entero X l





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CORRESPONDENCIAS:

Soko.- Luz
La web de Física.- Física Cuántica.
AstroCosmo.- Louis de Broglie.
MUSEO VIRTUAL DE LA CIENCIA.- La Naturaleza de la Luz.




Don Gaiferos (el "don" es imprescindible)


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