lunes, 29 de octubre de 2007

Del vudú ibérico, filtros de amor, descomulgadores y otras mandangas mágicas.

He despertado en una soledad inusual, absorbente y grata: la casa entera solo para Herr Monty y para mi. En tanto preparo café mi felino compañero, miagador y con el rabo en sagitario, trenza dúctiles ochos entre mis piernas desnudas. Es su modo de dar a entender que por protocolo él debe de llenar la andorga primero. Me se de voluntad mas floja y lo acepto. Por dar al desayuno un tono euforizante pongo en el viejo tocata “Gigantes y Cabezudos”, una zarzuela en tres actos con música de Manuel Fernández Caballero y libreto de Miguel Echegaray, hermano del olvidado Premio Nobel José Echegaray.

En esto se va la ‘luz’ y como es natural cesa la música. Tras la vacilación impuesta por la sorpresa doy en preguntarme si será un castigo, una goyeria de la secreta del gobierno; pienso, fíjense ustedes, que acaso escuchar zarzuela ronde el delito en estos tiempos de pazguatería y fingido candor que han echado cabezuelas borriqueras con el zapaterozerolismo. Proviene la ocurrencia de la naturaleza del texto y de los personajes (de hierro y no de organdí) de la pieza que con regocijo escuchaba, que no hay entre ellos tiranobanderolistas liberticidas, algoreleanos con fervorin de sacristía, sarracenos farrucos, florislindos, travestones, crédulos de los de comer moscones a cucharadas, lloramingas con afrentas supuestas en busca de beneficios, censalistas ni engendros de cuota y calla.

Luego se armo un diabólico "tole tole" en el patio. Un confuso guirigay orquestado por ventanas que se abren, toldos que se alzan mediante manubrios quejumbrosos y exasperantes, persianas que se acomodan con inaudita prisa y, por encima de todo ello, los bocinazos que con cierta dosis de patanería las vecinas se daban unas a otras. No llevaban las pirujas ni dos minutos sin luz y ya alborotaban como si los caballos del Apocalipsis corrieran desbocados por el barrio. Mas templado, puesto que la falta de corriente eléctrica me importa una higa, continué sin demora con el programa del día. Figuraba en este la tarea inexcusable de lazar a esos libros que, jugando al despiste, casi adquieren la categoría de perennes en los rincones mas insospechados de la casa, colocarles en una cesta y cargar con ellos hasta el desván. Y en esas estaba, reuniendo piezas para estabulizarlas durante la invernada, cuando di con “BRUJERÍAS”, la impagable obra de Don Fernando Gutiérrez que de tan buena y cabal utilidad me ha sido en vuestro servicio.

En fin, que seducido por las sugerencias históricas y literarias en las que se vuelca don Fernando, no he podido evitar ponerme al teclado para regalarme y regalaros con otra de sus "crónicas". Sea la ultima. Con mi agradecimiento.

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MALFETRIAS, ENSALMOS Y CONJUROS

He recurrido adrede a un vocablo antiguo, malfetría, para castellanizar lo que los catalanes, de una forma concreta y popularisima llaman mal donat, o mal dado, traducido libremente. La malfetría no es más que el hechizo, encanto o embrujamiento que se hace a un individuo, con obscuros propósitos. Allí donde no puede llegar el aojamiento llega, infaliblemente, la malfetría, que también pudiera llamarse magia contagiosa.

Para lograr este embrujamiento las hechiceras han de conseguir algo que pertenezca al cuerpo de quien van a embrujar y cuanto más sucio mejor: uñas, pelo, excrementos incluso ropa. Utilizando este material, la bruja manipula con él y clava, pincha, corta o rompe, según quiera que algo semejante le ocurra al elegido. El sistema de embrujamiento resulta un poco complicado porque la bruja no es persona que no esté enamorada de su oficio y le gusta complicarlo con virguerías. Es lo que pidiéramos llamar una sibarita de su profesión.

Una malfetría muy corriente es la de confeccionar una muñeca de trapo o de cera o aun de barro, pero en ambos casos con material o parte de él que haya pertenecido al embrujado, y coserla a alfileres. Según donde se claven los alfileres será la enfermedad que padecerá el embrujado, o bien se producirá lo que se ha dado en llamar modo de la agujeta, experimento éste que solía hacer Catalina de Médicis cuando la edad había retirado de ella sus naturales encantos. La aristoloquia y la artemisa son buenos remedios contra este mal. También, a veces, suelen no clavar alfileres en la figurilla y arrojarla al mar, con lo que el embrujado se despierta con un incansable deseo de viajar de un lado a otro, sin reposo ni sosiego. Claro que todas estas operaciones se llevan a cabo con una serie de conjuros y misteriosas oraciones e imprecaciones.

Un maleficio muy famoso fué, hace ya mucho tiempo, el del llamado hombre pez, de Liérganes. El embrujado se llamó Francisco de la Vega Casar, y vivía en Liérganes con sus padres. A los quince años fué a Bilbao a aprender el oficio de carpintero, donde vivió dos años. En la víspera del día de San Juan del último año, se fué a bañar con unos amigos a la ría. Nadando ría abajo se perdió de vista y desapareció. No se supo nada más de él hasta que cinco años después, unos pescadores de Cádiz que pescaban en alta mar vieron «una figura como de hombre o mujer que se mostraba fuera del agua y se sumergía en queriendo acercarse para reconocerla». Decidieron pescarlo y para ello le lanzaban desde lejos grandes pedazos de pan. Con gran asombro suyo vieron que los cogía con la mano y se los comía. Un día juntaron muchas redes, haciendo con ellas una especie de enorme círculo, logrando pescarle. El «pez» fue llevado al convento de San Francisco, donde fue interrogado en diversos idiomas, pero a ninguno contestó. Solamente le oyeron pronunciar la palabra «Liérganes». Un montañés que por allí había hizo que escribieran a don Domingo de Santolla que además, de ser de Liérganes, era ministro de la Suprema Inquisición. El franciscano fray Juan Rosende acompañó al pez hasta los alrededores de Liérganes, donde hizo que el pescado lo guiase, como así fué. Y ocurrió que, sin vacilación alguna, el hombre pez se dirigió a la casa de sus padres, quienes, junto con sus hermanos, lo reconocieron en seguida. Hay que advertir, para dar más misterio a la cosa, que uno de los hermanos, José de la Vega, al tener antes noticias de lo ocurrido, marchó a Cádiz, pero no se supo nunca nada más de él. Un testigo ocular afirma que solamente pronunciaba tres palabras: tabaco, pan y vino, pero no hablaba ni respondía. «Cuando le vi la primera vez -dice el testigo- ya no tenía escamas, aunque si la cutis muy áspera y las uñas muy gastadas, aunque un anciano de aquel lugar, hombre de muy buena razón, asegura que cuando vino se le veían algunas escamas en el pecho y espalda, pero que luego se le fueron cayendo». El hombre pez estuvo nueve o diez años en Liérganes y desapareció luego sin dejar rastro.

Corrió la voz de que su madre lo había embrujado, pero ella lo negaba «y me inclino a la verdad de esta mujer, porque la conocí y me parecio mansa y virtuosa».

En Cataluña, para maleficiar, es todavía costumbre decir los «responsos de la muerte». Para llevar a cabo esta ceremonia la bruja ha de hacer quemar un cirio cabeza abajo, salmodiando la fórmula mágica, y del mismo modo que se consume la cera se consume el individuo a quien se le dedica tan cariñoso recuerdo. La cura se hace quemando el cirio al revés. Es una fórmula muy útil porque sirve también para que las lavanderas encuentren las piezas de ropa que han perdido. Es el cerato simple de la brujería.

El ensalmo nació como réplica supersticiosa a estas artes diabólicas del maleficio. En realidad, no es más que un cierto modo de curar con oraciones, y otras aplicando al mismo tiempo algunos remedios. Llamáronse ensalmos porque, por lo general, se utilizaban los versos del Salterio, «y dellos, con las letras iniciativas de letra por versos o por parte hacen unas sortijas para ciertas enfermedades».

«Ensalmar a uno -dice Covarrubias- a veces significa descalabrarle, porque tiene necesidad de que le aten alguna venda a la cabeza, de las cuales suelen usar los ensalmadores, bendiciéndolas primero y haciendo con ellas ciertas cruces sobre la parta llagada o herida».

Otras veces las oraciones son simplemente mágicas y se confía más en la manipulación de de determinadas cosas. Así por ejemplo, las verrugas se curaban echando en un pote tantos guisantes como verrugas tenía el enfermo y pronunciando luego las palabras mágicas. Cervantes nos habla también de cierto ensalmo para pegar barbas.

Pero los tipos más importantes de este curanderismo eran los saludadores, que curaban con saliva. El P. Castañega no los considera hechiceros. «Tienen algunos hombres tal saliva, en ayunas -dice- , que basta matar las serpientes, y cada día vemos que la saliva en ayunas cura las sarnillas y algunas llagas sin aplicar otra medicina. De esta manera podría ser que algunos hombres fuesen así complexionados que tuviesen virtud natural oculta en el aliento o resollo y en la saliva y aun en el tacto». Al ganado lo curaban dándole pedacitos de pan «cortados por su boca y mojados en su saliva», y se curaba también la gota coral escupiendo a la cara del enfermo.

En Barcelona son muy corrientes las xucladors, que curan chupando las heridas, llagas, quemaduras, mordeduras de serpientes y de perros rabiosos. Una famosa saludadora barcelonesa curaba del siguiente modo: lavaba la herida o lo que fuera, luego hacía sobre ella tres veces una cruz con la lengua y después chupaba con toda su fuerza mientras el enfermo rezaba una salve. Como todas las saludadoras, decía haber nacido en Viernes Santo y, en consecuencia, tener una cruz en el paladar.

Los conjuros fueron otro tipo de réplica a estas artes diabólicas, pero su campo de acción se extendió en contra de su primitivo propósito y alcanzaron un gran desarrollo, sobre todo en el aspecto amoroso. En la causa contra Francisco González, que saca a relucir don Agustín G. de Amezúa, había una fórmula para ligar o atraer el amor del hombre. Era la siguiente:

Con cinco te miro,
con cinco te ato,
la sangre te bebo,
el corazón te arrebato,
tan humilde vengas a mí
como las suelas de mis zapatos.
Arre, borrico,
que muy bien te ato;
te juro a Dios y a esta cruz
que has de andar tras de mí
como el alba tras la luz.

Esta era una fórmula corriente, pero había otras como clavar clavos en la pared recitando una fórmula mágica, dar de beber sangre de tórtola, o fabricar un perfume con frutos de cilantro reducidos a polvo y mezclados con almizcle, azafrán e incienso, colgar en el cuello raíces de lirio, o dar infusión de corregüela en vino; también se podia hacer un magnifico filtro para mantener la fidelidad conyugal dejando en infusión durante diez minutos cinco gramos de hojas de vincapervinca, magnetizando el agua y pronunciando determinadas oraciones.

El mismo Amezúa cita una fórmula del licenciado Amador Velasco y Mañueco «para hacerse amar locamente», como se dice por ahí. Toma una rana viva y métela en un tintero y tápala con su tapador, y luego lleva el tintero a un hormiguero donde haya hormigas y cava y métele dentro, y luego cúbrele, dende a quince días vuelve a tu tintero, o donde aquella espina del espinazo, y vete con tu tintero al mismo arroyo donde lo tomaste y estando dentro la espina ve metiendo agua y vaciando hasta que se quede libre de agua el tintero y limpia la espina; y esto hecho, mételo entre los dedos de la mano derecha y tomando la suya dirás: «Mi señora, beso las manos de vuestra merced», y así te querrá mucho, «pero no lo vea la persona».

Un conjuro más poético, citado por el mismo autor, es el siguiente: «Luna, qué alta estás, qué altas son tus torres, más altos son tus amores, conjúrote con la madre de Nuestro Señor Jesucristo que salga un rayo de tu amor y a mí me dé por las espaldas y a fulano por el corazón, y que por mi amor no pueda dormir ni reposar hasta que me venga a buscar».

Para cada cosa había su conjuro correspondiente. Había también los conjuros que se hacían cuando un consultante acudía a la hechicera para saber si su amante o marido le era fiel o no. Las brujas los hacían también para librarse de los corchetes que iban a apresarlas por orden del Santo Oficio («León bravo, amansa tu ira, primero fué Cristo que Santa María; cuando nació la Virgen, Cristo nacido era, alguacil, hinca la barba en tierra»), pero no producían efecto.

«Hay otros conjuradores para conjurar a los endomoniados -dice el P. Castañega-, y algunas veces son los mesmos sobredichos, y tienen para esto otras maneras diabólicas. Hacen unos cercos en tierra con ciertas señales y letras dentro repetidas en cierta manera, y hacen al demonio hincar las rodillas dentro de aquel cerco; y luego que le dice el conjurador ciertas palabras, pierden el sentido, y vienen a hacer gestos espantosos y gritar muy reciamente, e decir palabras desvariadas e muchas veces en infamia de los presentes. Conjurale que diga quién está dentro (testigo soy de vista desto que digo); respóndele que está en aquel cuerpo por príncipe y capitán del demonio llamado Satanás o Belcebú, etc., con tantos; y algunas veces que están allí con él tales a tantas ánimas de tales hombres que morieron, y señala cuáles, y habla en su nombre de ellos, representando sus personas, y si morieron en cama o en batalla, piden que les den a beber como fatigados de sed, y si murieron de enfermedad habla como enfermo, e otros semejantes engaños pasan. Hácenles sahumerios crueles, pónenle manojos de ruda en las narices y danle bofetadas e otros tormentos».

Del poeta granadino Gregorio Morillo, capellán del arzobispo, trae a cuenta Rodríguez Marín, en sus notas a la biografía de Pedro Espinosa, el siguiente hecho. «Dice Gregorio Morillo, contándolo por milagro, que en su presencia, el año de 1603, llevaron al Sacro Monte, por espacio de nueve días, a una endemoniada, y estaban los demonios rebeldes y no salían, aunque le habían dicho mil Evangelios, y que el arzobispo fué allá y con el libro de la nómina de Santiago le hizo la señal de la cruz desde la frente hasta el pecho, diciendo en lengua árabe: Non est Deus, nisi Deus Iesus Spiritus Dei, y desampararon los enemigos, dando terribles aullidos, aquel cuerpo».

«Una tarde, por la puerta de Atocha -cuenta Francisco Santos-, entre mucha gente iba un hombre que decía quería arrojarse en una noria. Metiéronle en un registro y al ruido pasó un sacerdote del Hospital General, y viendo que se enfurecía, envió por una estola, agua bendita y cruz, y empezó a conjurarle con tan buenas razones que mostraban su buena alma. Dijo el demonio: «No me atormentes, que yo saldré ahora en tu presencia, que ya estoy cansado de habitar en tan ruín vaso e ingrato, que habiendo recibido grandes beneficios de Dios, le ha pagado muy mal, que al echar un por vida, me entré en su cuerpo y más quiero las penas del infierno que tan ruín morada. No me pidas señal que prevenida la tengo y del campo la traigo, toma» A este tiempo arrojó por la boca una agujeta de cuero con sus herretes. «Dime -dijo el sacerdote-, ¿dónde hallaste esta señal?» Y respondió: «Se la quité a un pícaro que se puso a hacer su menester delante de mi y anda loco buscándola con las bragas en la mano. Id y lo veréis en esa primer huerta». No faltaron curiosos que se fueron y vieron al hombre dando vueltas y buscando su agujeta, y preguntándole qué era lo que buscaba, dijo: «La agujeta de estos calzones, que no la puedo hallar, y creo que algún demonio del infierno se la ha llevado». Volvieron al registro con la certificación y ya estaba el hombre libre del fiero enemigo, pero mortal y sin sentido, hasta que poco a poco fué volviendo: diéronle unos bizcochos y ya en su acuerdo se le llevó el sacerdote a su cuarto y se confesó y arrepintió de sus pecados.

Hubo pícaros, sin embargo, que no tardaron en darse cuenta del negocio que un endemoniamiento así representaba. El mismo autor nos cuenta uno de estos casos de una moza de dieciocho años y de buena cara, que al conjurarla hablaba latín con buenas voces y arte, sin solecismos, tanto que confundía. Conjurándola una tarde un religioso, y estando absorto de oírla, la preguntó si sabía otra lengua, a lo que respondió que todas, y el religioso la dijo: «En el nombre de Dios todopoderoso y de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y un solo Dios verdadero, que digas lo que has dicho en lengua china». Y respondió: «Pitarul agiman de abou, oquiay amplau» «¿Qué has querido decir», la preguntó, y dijo: «En tus grandes palabras, o Dios en tí está o por tu boca habla Dios». Con todas estas gracias bachilleras se supo que la había educado un tío suyo sacerdote, desde tierna edad, y después de los primeros rudimentos de leer y escribir, viéndola de sutil entendimiento, la había enseñado la gramática, y que tenía un galán que la pedía cuenta de lo que llegaba de limosna cada día, porque no había quien, al verla, no se la diese, y de este modo juntaba muy razonable congrúa.

Pero eso no debe hacerse porque a las brujas les molesta.

También los descomulgadores de plagas actuaban por medio de conjuros. Eran gente a la que se pagaba para que cada año acudiera a los pueblos a librarlos de la «langosta, el pulgón y las otras sabandijas que se enjendran en la tierra» «La común manera de estos engañadores -dice el maestro Ciruelo- es que el conjurador se hace juez y delante de su audiencia comparecen dos procuradores el uno por parte del pueblo que demanda justicia contra la langosta; el otro pone el vicario del obispo, o la justicia del rey por parte de la langosta o la oruga. Después de muchas acusaciones que pone el procurador del pueblo y respuestas que hace el procurador de la langosta y dados sus términos de probanzas de la una parte y de la otra, hácese luego proceso y a la fin el maldito juez da su sentencia contra la langosta, en que dentro de tantos días se vaya de todo término de aquel lugar, so pena que de excomunión la sentencie. E acontesce muchas veces que el diablo, por cegar y engañar a los pueblos que tales cosas consienten, haga venir en efecto lo que promete el conjurador, y por ser secretas operaciones con cosas naturales hace huir de allí las langostas y las otras sabandijas».

No fueron menos famosos los conjuradores de nubes y tempestades. Incluso todavía existen algunos, pero los procedimientos de conjuración y aun los conjuros se hallan en franca decadencia y han perdido una buena parte de su importancia El P. Castañega nos ha dejado dicho de ellos lo siguiente: «Los conjuradores y conjuros de las nubes y tempestades son tan públicos en el reino que, por maravilla, no hay pueblo de labradores donde no tengan salario señalado y una garita puesta en el campanario o en algún lugar muy público y alto, para el conjurador, porque esté más cerca de las nubes y los demonios. Anda este error tan desvergonzado que se ofrecen a guardar el término de la piedra de aquel año (y estos tales, muchas veces, son los curas de los lugares) y al tiempo de los conjuros dicen y lóanse que juegan con la nube como con una pelota, sobre quién a quién se la echará en su término; y algunos, que presumen de más sabios, hacen cercos y entran en ellos, y se dicen que se ven en tanta priesa con los demonios que les echan el zapato del pie para que con él se despidan; y salen del cerco muy fatigados y lóanse de muy esforzados, y señalan términos dentro de los cuales quieren que se extiendan y valgan sus conjuros, procurando echar la nube fuera de su termino y que caiga en el del vecino, o en tal lugar o parte señalada»

En Arenys de Mar, el procedimiento inverso consiste en encender una hoguera al lado de una fuente, de manera que se produzca una gruesa y potente columna de humo para que los demonios que atraen el granizo puedan encaramarse por ella hasta las nubes. Cada granizo provocado por las brujas, trae consigo un pelo de cabra de grandes poderes mágicos. Incluso, con anterioridad, las brujas llegan a esquilar las cabras de un rebaño para hacer provisión de pelos.


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jueves, 18 de octubre de 2007

El Activista por la Paz que tomaba "Vitamina C" (II)

«Creo que el descubrimiento de la fisión controlada de núcleos atómicos y la liberación controlada de energía nuclear es el mayor hallazgo desde que el hombre primitivo descubrió el uso controlado del fuego. Un solo kilo de materia fisionable, como fuente energética, equivale a mas de dos millones de kilogramos de carbón. Si se cuenta con la abundancia de material fisionable en la naturaleza, se comprende la promesa de energía nuclear que representa para el mundo del futuro, y la posibilidad de que contribuya al bienestar humano, si la civilización no es antes aniquilada por la guerra...»

Veamos como caen los naipes, como armo la presente martingala.

Digo: Largar por las buenas sobre un tipo tan proteico y denso como Pauling no deja de ser una temeridad propia, eso si, de turulatos de "nasciencia" o de ilusos sin picardía intelectual alguna. Colóquenme en la casilla que gusten, puesto que ni la una ni la otra me son ajenas. Científico, símbolo y paradigma de un sentimiento generalizado en su época, disidente, intelectual y ciudadano (en el sentido lato del termino) que igual enarbolaba una pancarta ante las fuerzas del orden que dictaba una clase magistral, requiere la glosa de su figura tanto de una extensa erudición como de paciencia franciscana para espigar en su dilatada vida al rescate de esencialidades. Y uno, extraño en ambas patrias, solo puede lamentar quedarse en lo anecdótico y, si acaso, dosificar la desmesura como recurso retórico que acerca a la verdad.



Reconocimiento. Como didacta de la ciencia Pauling también se mostró como una figura sobresaliente. A más de investigador fue un buen enseñante. Sus libros de texto de química han sido leídos y reproducidos masivamente. En 1935, al alimón con E. Bright Wilson, dio a la luz “Introduction to Quantum Mechanics”, que durante buen numero de años fue la "Biblia" con la que multitud de estudiantes, tanto de química como de física, se familiarizaron con las aplicaciones de la mecánica cuántica.

Tampoco debemos echar en saco roto el trabajo que se tomó por hacer comprensible la estructura de las proteínas, puesto que tuvo la osadía de aplicar sus teorías sobre el enlace en la investigación de las mismas (incluyendo la hemoglobina), llegando a descubrir que la deformidad de las células en la anemia falciforme, es causa de un defecto genético que influye en la producción de hemoglobina. Luego Pauling, el Pauling que glosamos, fue un vanguardista a la hora de considerar las causas moleculares como vectores determinantes en la aparición de algunas enfermedades.

Junto al biólogo alemán Max Delbruck desarrolló, allá por 1940, el concepto de complementariedad molecular en las reacciones específicas antígeno-anticuerpo. Item más: advirtiendo de la importancia de la participación del hidrógeno en la estructura de las proteínas (En román paladino. Participación: formación de puentes de hidrógeno que estabilizan la estructura tridimensional de la proteína) y las interacciones habidas entre macromoléculas, puso a Watson y Francis Crick [1] en camino para teorizar sobre el conocido modelo tridimensional de la macromolécula del ácido desoxirribonucleico (DNA).

Entre 1936 y 1958 Linus P. fue director de los laboratorios Crellin de química. Y a fe que la elección fue acertada. Como tal, es voz corrida que parecía poseer el don de la ubicuidad; en todos los sitios a un tiempo lo mismo atendía a un problema científico con su proverbial visión global de las cosas que resolvía enfadosas causas administrativas con ingenuo y premura. Como presidente del departamento de química jamas le faltó tiempo para sus estudiantes graduados: les hacia pasar a su abarrotado despacho, presidido por un pizarrón cubierto de crípticas anotaciones, se sentaba, echaba los pies sobre el escritorio y les escuchaba o amonestaba suasorio como filósofo.

Pauling estaba dotado de un alto sentido del humor que en pocas ocasiones le abandonaba. Vivía en una gran casa, a la que dotó de una piscina que por su uso más parecía de utilidad publica que privada; casa abierta a individuos y opiniones, con igual cortesía y entusiasmo recibía a alumnos y colegas. Como viajaba mucho, por lo común acompañado por su esposa Ava Helen, no pocas veces alguno de sus alumnos hubo de hacerse cargo de la casa y de sus hijos: Linda, Peter y Crellin... Y era en este punto donde este cernícalo[2] huevon pretendía colocaros, así como al desgaire aunque con la pertinencia debida, una cita de un libro de Schopenhauer[3] que, por mortificarse en la purga de algunos veniales, a ratos lee. "Quien siembra recoge", venia a decir con muchos latinajos.

Entre pitos y flautas estalla la Segunda Guerra Mundial y con ella la utilización de la energía nuclear con fines bélicos. Lo cual que tras explosiones nucleares de Hiroshima y Nagashaki en agosto de 1945, encontramos a un Pauling firmemente comprometido con la Paz y radicalmente opuesto al ensayo exponencialmente creciente con armas nucleares. Intuitivo como siempre, había advertido que la radiación -aun en pequeñas cantidades- era perjudicial para los genes[4]. Hombre de acción al fin y "temerariamente" seguro del peligro biológico que entendía representaban las precipitaciones radiactivas que seguían a todo ensayo nuclear atmosférico, presento un escrito sobre el tema a las Naciones Unidas en 1958. Firmado por 9235 científicos de 49 paises llevaba el titulo No more War!.

{Nosotros, los científicos abajo firmantes, solicitamos que se realice ahora un acuerdo internacional para detener las pruebas con armas nucleares. Cada ensayo de bomba nuclear difunde una carga adicional de elementos radioactivos sobre todo territorio del mundo. Cada suma adicional de radiación origina un daño a la salud de los seres humanos en el mundo entero y un daño al plasmo humano que importa la reproducción, lo cual lleva al aumento en la cantidad de niños defectuosos que podrán nacer en futuras generaciones. Mientras estas armas sólo se encuentren en poder de tres potencias será factible un acuerdo para llegar a su control. Si las pruebas continúan, y si la posesión de estas armas se extiende a otros gobiernos, aumentará considerablemente el peligro de que estalle una catastrófica guerra nuclear, por la acción irreflexiva de algún líder nacional irresponsable...}

Recordemos que nos encontramos en EE.UU., ese país en apariencia alocado donde lenguas interesadas dicen que gobiernan las corporaciones industriales más sucias en base a los fondos que libran a favor de uno u otro candidato durante las campañas electorales. ¡Ya me gustaría que esta malhadada España siguiera adelante con la calidad democrática con la que la U.S.A. lo hace! A saber por qué, y eso hasta a este filoamericano le parece, los nortacas parecen necesitar de una paranoia colectiva para sobrevivir y mantener su identidad como pueblo. Hoy es una, anteayer fue otra; la que toco durante la esplendorosa madurez de Pauling fue el miedo casi cerval al diablo[5] comunista. Estamos en plena Guerra Fría y un borrachuzo de cabeza fingida, natural de Grand Chute (adviertan lo premonitorio de su lugar de nacimiento), Wisconsin, aupado al senado y de nombre McCarty, que hoy luce con todo merecimiento en la galería de gilipollas del siglo XX, ha emprendido una cruzada anticomunista, una caza de brujas de grandes dimensiones e irreparables consecuencias.

Pero claro, no sabiendo ni por asomo distinguir a un comunista de un librepensador, las consecuencias no podían ser buenas. Por ello, Linus Pauling, premio Nobel de Química y sincero pacifista, fue amenazado de cárcel y citado a declarar (si no fuera penoso movería a risa) ante la caterva de tontos interinos que se prestaron a formar parte del comité de actividades antiamericanas. De puta pena, señores. Preso en su propio país y privado de pasaporte, Pauling no recobró este hasta que tuvo que viajar a Estocolmo para recibir el Nobel de la Paz 1962. ¡Que papelón para los imbéciles de sus captores!

Y la plaga se extendió, y en el Instituto de Tecnología de California (casa a la que tanto lustre dio), amen de en otros centros del saber a los que deberíamos de suponer liberales, Pauling fue ninguneado, tratado como apestado... Durante toda su carrera científica, nuestro héroe actuó y se pronuncio al socaire de su intuición, a su bola dicho a la llana, sin hacer puñetero caso de las controversias que pudiera provocar. A principios de los años setenta, por ejemplo, defendió el uso de grandes dosis de vitamina C para tratar el resfriado, así como para paliar el proceso de envejecimiento y prevenir el cáncer, teoría que ninguna autoridad medica ha aprobado. En 1970 recibió el premio Lenin de la Paz. La medalla Linus Pauling, creada en su honor, premia a aquellos trabajos de investigación química que sobresalen por su calidad y novedad...

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NOTAS:

*1.- En las librerías:

JAMES D. WATSON: “Genes, chicas y laboratorios”. Editorial Tusquets, 408 páginas.

Francis Crick: “La búsqueda científica del alma”. Editorial Debate, 384 páginas.

* 2.- Fíjense ustedes en que contexto tan curioso tope, días ha, con un cernícalo.

«Representando alegóricamente a cada uno de los pueblos peninsulares por diferentes especies de pluma, el conde de Lemos, D. Pedro Fernández de Castro, traza una apasionada defensa de Galicia contra los ataques, a menudo injuriosos de puro despectivos, con que afeaban a sus paisanos el resto de los españoles, usando de una leyenda en que popularmente aparecían los gallegos por las gentes más rudas y groseras de la Península (Pedro Fernández de Castro, conde de Lemos: Historia del buho o historia del diputado gallego con las demás provincias de España. En M. Murguia, Antología.)

Bajo el amparo del águila austriaca reúnense a orillas del Manzanares el buho gallego, el tordo vizcaíno, el cernícalo navarro, el cuco aragonés, el milano catalán, el mirlo valenciano, la golondrina de Murcia, el pavo andaluz, el jilguero portugués, el ganso castellano y el sisón manchego, para disputar sobre la grandeza de sus respectivas patrias. Asevera el buho que por ser Galicia la región más denigrada entre las españolas y serlo España entre todas las naciones, “queda probado que el buho gallego de todas las aves de esta junta es la verdadera ave española, y la que más derecho tiene a este nombre”, por cuya tesis le hubieran matado las otras de no aparecer el águila austriaca, poniendo orden y llamando a juicio; siguese una acusación por parte del tordo vizcaíno, replicado por el buho gallego, a quien da finalmente la razón el águila, y una segunda parte en la que el buho arremete especialmente contra el cuco aragonés, “caco” y “aragán”; el jilguero portugués, “ave mosaica”. etc»

FRANCISCO ELIAS DE TEJADA SPINOLA: LA TRADICION GALLEGA. Madrid, 1944.

*3.- «EL ARTE DE SER FELIZ o EUDEMONOLOGÍA». Tratado que teniendo por falsilla el Oráculo manual de Baltasar Gracián, muestra en Cincuenta Reglas Para La Vida a un Schopenhauer distanciado de su radical pesimismo. «Lo que uno tiene por sí mismo, lo que le acompaña en la soledad sin que nadie se lo pueda dar o quitar, esto es mucho más importante que todo lo que posee o lo que es a los ojos de otros», reza la contraportada.

*4.- Me confieso perezoso a la hora de emperejilar u ordenar este tablón de apuntamientos, no llevo registro de él, y me pierdo en el trance de asegurar cuando y bajo que epígrafe escribí sobre esto o aquello. Pero como este oriental desapego nada tiene que ver con la memoria, bien puedo afirmar que hubo un día en el que escribí sobre las radiaciones ionizantes de origen artificial que causan lesión. Relaté, después de una introducción puramente física sobre los agentes radiantes, las alteraciones a nivel de RNA y del DNA, así como las factibles de producirse en la información genética.

De los mecanismo de acción dije (resumo al máximo) que se producían en tres etapas encadenadas entre si: Una primera en la que la penetración de las partículas ionizantes en el protoplasma da lugar a la ionización de diversas moléculas. Otra en la que los resultantes de la ionización reaccionan con el agua formando como consecuencia radicales OH- y H- libres, los cuales interaccionando entre ellos o con otras moléculas dan como resultado H2O2 y HO-2. Por ultimo, estos productos con gran capacidad de reacción y al tiempo muy inestables, reaccionan con los ácidos nucleicos y las enzimas, alterando por ello desde la producción de energía en la mitocondria, hasta la propia síntesis de proteínas y la reproducción celular. Creo que incluía algo sobre la mitosis celular y la ley de Bergonie-Triboudeau.­ Seguro, oigan.

*5.- Tiempo hubo en el que más desnortado que de costumbre di por recopilar primeros párrafos de novelas. De entre todos uno me chocó en especial, esto porque dado el tema de la novela poco imaginaba un inicio "diabólico" semejante. Se trata de la obra de Louis Aragon titulada “Las aventuras de Don Juan Lapolla Tiesa”, que dice así:

«Quien no cree en los brujos no cree en el diablo; quien no cree en el diablo no cree en Dios, quien no cree en Dios será condenado» éste es el resumen de la doctrina que predicaba en Leipzig a finales del siglo dieciocho el estudiante de teología Rau, que pese a un lenguaje magnífico y que decía del trueno: Ahí viene el príncipe salvaje...

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CORRESPONDENCIAS:

 OSU (Libraries) -> Linus Pauling.The Nature of the Chemical Bond. A Documentary History.

 Medicina Humanista -> Linus Pauling.

 LewRockwell -> No More War Against Vitamin C.

 I+DT info (Revista de la investigación europea) -> El ADN, memoria de la vida.

 Oregon State University -> Linus Pauling Institute.

 laverdad.es -> ROSALIND, LA HEROÍNA RELEGADA.

 The Pauling Miracle

 GeoCities -> ESTRUCTURA MOLECULAR DE LOS ÁCIDOS NUCLEICOS.

 cnice -> ANTECEDENTES HISTÓRICOS DEL ENLACE QUÍMICO.

 Clínica Las Condes -> Breve historia del descubrimiento de la estructura del DNA.

 ESCUELA DE MEDICINA PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE -> La genética molecular.


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jueves, 4 de octubre de 2007

El Activista por la Paz que tomaba "Vitamina C" (I)

 

«Creo que el descubrimiento de la fisión controlada de núcleos atómicos y la liberación controlada de energía nuclear es el mayor hallazgo desde que el hombre primitivo descubrió el uso controlado del fuego. Un solo kilo de materia fisionable, como fuente energética, equivale a mas de dos millones de kilogramos de carbón. Si se cuenta con la abundancia de material fisionable en la naturaleza, se comprende la promesa de energía nuclear que representa para el mundo del futuro, y la posibilidad de que contribuya al bienestar humano, si la civilización no es antes aniquilada por la guerra...»

Pauling gastaba boina. Muchos científicos de su época la gastaban. Se conoce que colocada con determinado ritual es capaz de recrear, en quien la lleva, un mundo de prestigios. En ocasiones señaladas, yo también la uso, de la casa Elosegui tolosana, pero mas que como tapadera de genialidades sírveme, bien por burlas, bien por veras, para experimentar como con los años me mengua la cabeza.



Si yo hubiera conocido a Paulig, le hubiera descrito como un vejete sonrosado y locuaz de ojos pícaros y reidores. Pese a la edad, erudito y brillante conversador, para la ocasión vestiría una chaqueta de mezclilla con predominio de los tonos verdes, camisa oscura de cuadros y corbata negra. Hubiera sido al principio de un otoño californiano y, dado su carácter desenfadado, cubriría su escasa cabellera con una gorra de visera, algo aparentemente atípico en una de las cabezas más brillantes de la ciencia del siglo XX. Recordemos que sus investigaciones sobre la estructura de las moléculas y el enlace químico fueron revolucionarias y, porque no decirlo, consideradas en un principio como fantasiosas y demasiado radicales.

Linus Carl Pauling vio la luz el 28 de febrero de 1901 en Portland (Oregón), y falleció el 19 de agosto de 1994 en Sur Grande (California). Hijo de farmacéutico, desde crío se acostumbró a visionar laminas de anatomía y a joder la marrana en la rebotica con matraces, tubos de ensayo, morteros y demás parafernalia "alquímica" con la que fabricaba jarabes de cuatro sabores, zarzaparrilla, agua de regaliz, bombas fétidas, ungüentos milagrosos, polvos de la madre Celestina y otras ocurrencias con las que por lo general se ganaba una paterna bofetada. Después de las primeras letras y de la educación básica, ingresó como estudiante de ingeniería química en la Universidad Agrícola del Estado de Oregón, en Corvallis, donde obtuvo una licenciatura en ciencias en 1922. Allí, en la Uni de Corvallis, le ofrecen un puesto de profesor; acepta, pero no dura ni un año en su magistratura, puesto que al poco migra hacia el sur para ingresar en la escuela de graduados del Caltech (California Institute of Technology), donde comienza a interesarse y a trabajar en la Difracción de los rayos X y la estructura de la materia.

En 1925 se doctora en química física (físio-química); pelotea una pizca, llora un poco aquí y allá, consigue una beca postdoctoral, lía el portante y se traslada a la rancia Europa. Como no hay cosa mejor que ser un becario norteamericano (&+&), durante dos años de ronda por el inestable continente, Pauling husmea y trabaja en los laboratorios de los príncipes científicos de la época: con Niels Bohr en Copenhague; Erwin Schrödinger en Zurich; Sir Willian Henry Bragg en Londres, y Arnold Sommerfeld en Munich. Resulta providencial que esto ocurriera cuando el uso teórico de la mecánica cuántica empezaba a ser considerada como una formidable herramienta en el estudio profundo de la química.

En 1927 regresa al “Caltech”, recoge sus galones de profesor ayudante, se los hilvana a la chalina y comienza a alternar la docencia con la investigación sobre física cuántica. Por entonces, Pauling ya llevaba en la mollera la idea de aplicar la mecánica cuántica al estudio de los enlaces químicos para -con su mediación- explicar definitivamente la estructura de las moléculas. Esto porque Pauling era, sobre otras consideraciones, un científico intuitivo que poseía la capacidad de ver los problemas de forma global, no compartimentada; unamos a ello el cuerpo de conocimientos adquiridos en Europa, los mas novísimos en la materia, y un excepcional talento, lo cual dejó patente en 1928, a poco de llegar al “Caltech”, cuando tras analizar la estructura molecular de los minerales iónicos, formuló un paquete de reglas simples de coordinación y especificó un postulado sobre la neutralización local de cargas. Este conjunto de reglas, cuya aplicación primera tuvo lugar en los silicatos, vinieron a configurar con el tiempo lo que hoy conocemos como química estructural.

En 1931 Pauling todavía es considerado como "trigo limpio" por la dirección del “Caltech”, y, es por entonces, cuando tras ser promovido a catedrático publica un artículo en el que aplica la mecánica cuántica para explicar, fundamentalmente, la coordinación tetraédrica del carbono (En esencia: refirió la equivalencia de los cuatro enlaces alrededor del átomo de carbono, introduciendo el concepto de los orbitales híbridos, en los cuales los electrones orbitales son desplazados de sus posiciones originales por la mutua repulsión electrostática), además de las combinaciones de ángulo recto y octaédrica de los metales de transición...

Tómense los puntos suspensivos como clave de boveda de mi ineptitud. Escribo y escribo como desde balcón de Marizápalos[1]: cómodo y relajado, sin distorsiones panorámicas, dando por sentado que mis "ingenuos" lectores llevan en la cabeza el significado de todos estos odiosos palabrones que sin rubor coloco. Llenar esta capillada de enlaces que diluciden este o aquel termino oscuro me parece improcedente, contraproducente por farragoso y necesariamente dilatado. Tampoco me acogeré al “no ver, no sentir”: esa horrorosa e incierta sentencia con la que se condena al avestruz[2]. Por lo tanto apuntare, eso si, hacia aquello que considere imprescindible para dar un mínimo de claridad al texto; luego partiré este en dos y en la segunda de las partes os colocare un epilogo (nada nuevo, otras veces lo he hecho) que os lleve hacia una suerte de enlaces que, aun sin tener mayormente a Pauling como protagonista, apunten hacia su tiempo y los aledaños de sus investigaciones. Todo por no resultar aburrido. ¡Joder, como os cuido!

Sigo, si es que este paréntesis y el bocata que he me he metido no me han enturbiado definitivamente el juicio.

Tal, o sea lo dicho, le permitió teorizar sobre los movimientos magnéticos de las moléculas de iones complejos, definir la naturaleza de par electrónico y clasificar los tipos de enlace químico (Sobre el enlace químico decía Pauling que este se establece -entre dos átomos o grupos de átomos- cuando las fuerzas que actúan sobre ellos son de índole tal que conducen a la formación de un agregado con la suficiente estabilidad para que un químico vea conveniente considerarlo como una especie molecular independiente) Y con esto podemos decir que comienza la racionalización de la Química Orgánica. Es decir, basándose en la mecánica cuántica, Pauling considero la estructura molecular de los elementos, y teorizó que los electrones, tratados como ondas [3] actuaban en pares para dar lugar a un sistema menos energético y más estable que si lo hicieran independientemente, advirtiendo, a su vez, que tal contubernio "atómico-masónico" dependía de la distancia entre los átomos de los cuales formaban parte los citados electrones. Así el enlace químico entre átomos empezó a tener fundamento, y cantidad de cuestiones que habían permanecido en la oscuridad en la Química Orgánica y que habían pasado por hechos empíricos, pudieron demostrarse racionalmente.

Sin desfallecer, posteriormente introdujo el concepto de híbridos de resonancia, según el cual la estructura real de una molécula ha de concebirse como un estado transitorio entre dos o mas estructuras. Me explico, si es que alcanzo a ello, que hay veces en las que en el trance me siento [metáfora desafortunada] como aquel Ota Benga, industrioso pigmeo  superviviente a una masacre perpetuada por una colla de hideputas que trabajaban para el gobierno belga, capturado luego con alevosía y posteriornte exhibido como bestia en un zoo. A lo que iba: La resonancia no debe de explicarse como la alternancia rápida entre estructuras, al modo clásico, sino como una mezcla de ellas. (Según la mecánica cuántica -siempre de por medio, como el jueves- la distribución electrónica de cada estructura se representa por una función de onda, siendo la función de onda real Y de la molécula la superposición de las funciones de onda individuales de cada estructura) Lo dicho, como insinué poco más arriba, hizo que la química pasara de ser una disciplina fenomenológica a otra basada en principios estructurales mecanocuánticos.

Dedicada a Lewis y  fruto de la recopilación de una serie de conferencias que pronunció entre 1936 y 1938, Pauling publica, en 1939, «La naturaleza del enlace químico y la estructura de las moléculas y cristales», obra fundamental en el pensamiento científico del siglo XX. 

CONTINUARA.

 

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NOTAS:

•1.- Felipe III empezó por trasladarse a Valladolid en 1601, y cuando, á los cinco años, volvió a fijar la corte en Madrid, creyo que bastaba para inmortalizarle la edificación de la antigua Plaza Mayor.

Esta plaza vió la beatificacion de San Isidro con acompañamiento de los pendones, cruces y cofradías, clerecías, Alcaldes, Regidores y alguaciles de 47 villas y lugares, formando una procesion con 156 estandartes, 78 cruces, 19 danzas y muchos ministriles, trompetas y chirímias: el rey y su familia vinieron de Aranjuez, y á proposito de la beatificacion del Santo, hubo bailes de máscaras, juegos y encamisados por espacio de seis dias, sin contar con un castillo de fuego que se quemó por descuido, ni con los toros que sustituyeron á la beatificacion, ni con el balcon que el rey mandó improvisar en una noche en la esquina de la calle de Boteros para que los presenciara una de sus queridas (balconcillo fuera de alineación, llamado por el pueblo el balcón de la Marizápalos). En el mismo sitio de tan diversas escenas cayó cortada la cabeza de don Rodrigo Calderon. A la beatificacion de San Isidro, celebrada en 1620, sucedió la canonízacion, en 1622, del mismo Santo y San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier, Santa Teresa de Jesús y San Felipe Neri, y volvió la plaza á ser teatro de altares y comedias, de procesiones y máscaras. Al año de esto vino á Madrid el príncipe de Gales á ofrecer su mano á una hermana de Felipe IV, y la plaza sirvió entonces para solemnes fiestas de toros, y tras los toros de cañas...

Angel Fernández de los Ríos.- “EL FUTURO MADRID”.- Introducción de Antonio Bonet Correa.- Los Libros De La Frontera.- Barcelona, 1975. Facsímil de la edición de Madrid, 1868.

•2.- Sobre las avestruces han corrido y corren supinas necedades: que si son capaces de digerir el hierro; que si cuando se sienten amenazadas entierran la cabeza bajo la arena; que si patatin, que si patatán...

«Te haré comer hierro lo mismo que un avestruz», escribe Shakespeare en Enrique VI, Segunda Parte IV.

Mucho antes de Shakespeare, y aun en su tiempo, existían algunos grabados en los que se representaba al pajarraco con una herradura en el pico (La ciudad de Bistrita (Rumania) obtuvo en 1353 derecho a organizar una feria anual de 15 días, así como el de afirmar su autoridad mediante un sello urbano en el que lucia una avestruz con una herradura en el pico). Con tal imaginería fácil es comprender que el vulgo tomara al bicho por una criatura capaz de engullir cualquier cosa. El avestruz es conforme a su tamaño potente y voraz, y lo suficientemente gilipollas para echarse al buche todo lo que tenga aspecto comestible. También engullen pequeñas piedras para ayudarse en la digestión. Pero en cautividad no son pocos los que han palmado por culpa de tipos irresponsables que les echaron de comer todo cuanto les venia a mano. Se cuenta que a uno que murió en el zoo de Londres después de un fin de semana agitado, se le encontró en el estomago pañuelos, guantes, trozos de cuerda, un lápiz, una llave de buen tamaño y un puñado de amonedado.

La otra melonada sumamente extendida es la que sostiene que ante el peligro entierra la cabeza en el suelo. Ni en cautividad ni en su hábitat natural jamas alguien le ha visto hacer tontería semejante. Digo yo que cuando captan algún sonido amenazador, acaso bajen el cuello paralelamente al suelo y escuchen con atención de campanero. Luego, si las cosas pintan mal, no les faltan zancas para salir pitando.

•3.- Aquí debería de hablar por lo largo de Paul Adrien Maurice Dirac, probablemente (Stephen Hawking) el mayor físico teórico británico desde Newton. Lastima que no disponga de tiempo para ello. Otro día será. Apuntar, eso si, que asentados sus reales en Cambridge, entra en contacto con la teoría cuántica y los modelos atómicos de Rutherford, Bohr y Sommerfeld. Allí, en Cambridge, conoce a Bohr y a Heisenberg; consigue una copia de los borradores de este ultimo acerca de la mecánica matricial, se da a su estudio y llega a desarrollar una versión propia de la teoría cuántica. En realidad, su desarrollo fue tan completo que las versiones de Heisenberg y Schrödinger, quedaron en lo sucesivo como casos particulares incorporados a su trabajo.


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